El hallazgo reciente de nueve urnas funerarias de pueblos indígenas que habitaron la Amazonía hace más de cinco siglos reta ahora a los científicos a descifrar las relaciones de esas poblaciones con la muerte, según el antropólogo Eduardo Kazuo.
“Lo que se puede decir es que esa población dedicaba gran parte de su tiempo y energía para las prácticas funerarias”, explicó el antropólogo del Instituto Mamirauá y quien lideró la expedición que descubrió el pasado julio un “cementerio” indígena en una pequeña comunidad en la región central del Amazonas.
Las urnas funerarias solían ser la última etapa de un largo y “comprometido” proceso de “la manera cómo trataban a los muertos” en esa comunidad, que habitó la región hace unos 500 años, según apuntó la datación realizada con el método carbono 14.
Antes de sepultar las urnas con los restos óseos de los fallecidos, los indígenas esperaban pacientemente que el cuerpo del muerto se descompusiera por completo, según las investigaciones.
Durante los años siguientes, el Instituto Mamirauá se empeñó en captar recursos y montar un equipo compuesto por una veintena de personas, entre arqueólogos, antropólogos y botánicos, para realizar un “estudio más amplio y detallado” sobre las poblaciones que entonces allí vivían.
“Estuvimos unos 20 días allí, en principio para estudiar el contexto de esas seis primeras urnas encontradas, pero al final nos deparamos con nueve urnas más”, recalcó el antropólogo. “Tenemos ahora esa ansiedad de saber más sobre ellas”.
De acuerdo con Kazuo, la ausencia de indicios de “ocupación” humana, como la presencia de suelo fértil o fragmentos de cerámica, indican que “muy probablemente” era un lugar reservado al entierro de cuerpos.
“Se trataba de una especie de cementerio de la antigua sociedad que allí vivía“, aseguró.
El antropólogo también expresó que estas urnas forman parte de la cultura y de las prácticas funerarias de muchos grupos indígenas de la región, aunque solían ser más habituales en el pasado.
“Pero aún hay relatos de algunos entierros en épocas recientes que se hacen en urnas, así como en canastas o redes. Las prácticas son muy variadas y están estrechamente vinculadas a las creencias y religiones practicadas” por esas poblaciones, remarcó en un comunicado Anne Rapp Py-Daniel, quien también participó en la excavación.
Kazuo complementó en el mismo informe que la forma cómo las urnas funerarias fueron enterradas llamaron la atención de los expertos, pues seguían “un orden” y fueron sepultadas de manera “intencional”.
“Las urnas tienen rostros dibujados, lo interesante es que ninguno de esos rostros miraban hacia el otro. Si una urna fue enterrada con el rostro hacia arriba, la del lado estaba enterrada de lado. Como si no quisieran mirar una a la otra”, detalló.
“Junto a las urnas no encontramos vestigios de casas u otros elementos del cotidiano”, pero “descubrimos que ya había una población anterior que vivió en la misma zona”, contó Kazuo.
Según el arqueólogo, el otro tipo de cerámica encontrado estaba unos 40 centímetros más fondo respecto a la profundidad en la que las urnas fueron enterradas, lo que indicaría una brecha temporal considerable.
Durante los próximos años, el equipo coordinado por Kazuo se dedicará a estudios más complejos y detallados de las urnas halladas a partir del análisis del material de los propios artefactos, pero también del contexto y local en que fueron depositadas.
Con información de EFE
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Source: Infobae