Lo importante de las leyes no es que sean buenas o malas, sino que sean coherentes.
Licurgo
Si las leyes no son confiables por su precaria vigencia, sus lagunas, ambigüedades, fallas en su elaboración, mala fe, falta de credibilidad en sus fines, ¿en quién depositamos la necesaria credibilidad que es virtud ineludible para que una sociedad pueda avanzar?
Tuve el privilegio de ser amigo de Miguel González
Avelar, un buen político mexicano, con todo lo que eso implica. Fue secretario de Educación y decía que los titulares de esa dependencia padecían, al asumir el cargo, el síndrome de José Vasconcelos: reinventan la política de educación y desconocen los anteriores intentos por mejorarla para dar paso a otro proyecto, igualmente revolucionario y novedoso.
Jesús Reyes Heroles se quejaba de que en la Secretaría de Educación Pública había un doble mando (sindicato y funcionarios) que dificultaba la coordinación. Jaime Torres Bodet, siendo secretario particular de Vasconcelos,
defendió en su momento la creación de la secretaría y su federalización, pero ya como titular del ramo, con Adolfo López Mateos, reconoció que había sido un error la centralización.
Los libros de Gilberto Guevara Niebla y muchos otros sobre el tema son un buen diagnóstico de la crisis en materia educativa, sin duda, la más importante después de la seguridad y la salud.
Todos coinciden en señalar a los organismos sindicales como el factor principal de los rezagos. Son órganos concebidos para ser eficientes operadores electorales, no para ejercer la noble tarea de educar. Afortunadamente, son muchas las excepciones.
En este contexto, alarman las declaraciones del Presidente electo: “Quiero dejar de manifiesto que se va a cancelar la Reforma Educativa.
En su momento, como dicen los abogados, en tiempo y forma, vamos a presentar las iniciativas correspondientes para cancelarla y dar a conocer un plan distinto con un marco legal ajustado a las nuevas circunstancias”.
Casi con la misma enjundia, Elba Esther Gordillo anunció: “La Reforma Educativa se derrumbó”. Se van a fondo perdido cuantiosos recursos, esfuerzos y voluminosos estudios.
En otras palabras, no hay nada rescatable. Es una promesa de campaña a quienes le brindaron su apoyo a Andrés Manuel López Obrador y se da por hecho que el Poder Legislativo aprobará la reforma a la Constitución, pues ahí están los lineamientos del cambio que más presume el presidente Peña Nieto.
Esteban Moctezuma anunció 32 foros de consulta para elaborar el nuevo proyecto. ¿A estas alturas no sabemos qué hacer en esta materia? ¿Hay muchas formas de mejorar la educación? ¿No hay nada rescatable en lo hasta ahora realizado? ¿Se va a proponer algo nuevo en esos ejercicios tan costosos como inútiles?
Lo más urgente para México es fortalecer el Estado de derecho. Andrés Manuel López Obrador ha hecho suyo el pensamiento de José María Iglesias: “Al margen de la ley nada, por encima de la ley nadie”.
Pero si la norma no se acredita con su observancia y su cumplimiento, jamás llegará a prestigiarse y en la ciudadanía se seguirá preservando el reiterado desprecio por el derecho.
Por último, una cápsula histórica. Al día siguiente del destape de Adolfo López Mateos, hubo un encuentro de este con Antonio Ortiz Mena y Adolfo Ruiz Cortines.
En esa memorable reunión se sentaron las bases para continuar el desarrollo estabilizador que propició la más baja inflación y el mayor incremento del Producto Interno Bruto en nuestro país.
Adolfo Ruiz Cortines deslindó ahí el manejo de la política y la economía: la primera a cargo del Presidente de la República; la segunda sería responsabilidad del secretario de Hacienda.
El modelo se ha intentado imitar en diferentes sexenios. Ojalá la lección se haya aprendido.
Source: Excelsior