El estudio sobre el futuro de nuestra ciudad, realizado por el gobierno de la CDMX, el CentroGeo y Conacyt (Tendencias territoriales determinantes del futuro de la Ciudad de México. 2016), es importante para cualquiera que esté interesado; especialmente para los jóvenes que vivirán ese futuro.
Un aspecto novedoso es que se plantea que la Ciudad de México está —y deberá estar— integrada espacialmente con la Zona Metropolitana del Valle de México. Eso desafía los actuales paradigmas del desarrollo urbano, que la han considerado aislada por sus límites políticos y que no toman en cuenta que la zona metropolitana está conformada por la CDMX y trece ciudades de más de 250 mil habitantes cada una, que parecen no existir, porque se consideran “conurbaciones”. La tendencia durante muchos años ha sido la polarización y desigualdad entre la ciudad central y sus “conurbaciones” en el Estado de México, que ahora —paradójicamente— tienen más habitantes. Esa tendencia ha tenido saldos negativos que se constatan en zonas beneficiadas —al sur y al poniente— en tanto que en el oriente se ha producido una polarización y desigualdad económica y social, que incluye a la CDMX y a municipios del Estado de México. Injusticias que se ven diariamente en la expansión urbana fragmentada, el traslado desde la vivienda hacia los distantes lugares de trabajo, que consume horas y recursos; o la falta de servicios y de agua, por la sobre explotación de las cuencas —que es el mayor peligro en el futuro.
Esa situación se ha visto reforzada por la división territorial, entre los gobiernos y entre partidos políticos, que ha hecho prácticamente imposible la cooperación o la coordinación entre los niveles de gobierno de la CDMX y de Edomex. Ante eso, la participación de la ciudadanía se ha reducido al mínimo y —además— las alternativas para poder mejorar la situación han fracasado, porque no hay coordinación efectiva a nivel metropolitano.
Ante la falta de propuestas, el estudio sobre el futuro de la ciudad plantea la urgente necesidad de lograr cohesión territorial en la Zona Metropolitana del Valle de México; que es un principio de coordinación para que las autoridades públicas puedan superar sus divisiones políticas, porque los problemas de 21 millones de personas que vivimos aquí sólo pueden resolverse eficazmente con una fuerte cooperación y participación de los gobiernos de la zona metropolitana.
El propósito es articular y comunicar las distintas partes de un territorio común y romper las actuales tendencias hacia la polarización, la desigualdad y la injusticia social, para favorecer el acceso equitativo a servicios y equipamientos. Lograr esa cohesión en el territorio garantizaría además mejor conectividad y movilidad con los territorios vecinos.
El ejemplo es el Metro, que no es Metropolitano; ni lo será en tanto no se quiera cooperar para lograrlo.
Los problemas de escala metropolitana no se pueden resolver si persisten las divisiones políticas. Las extensas áreas ambientales que hay que conservar y que corren un enorme peligro; las conexiones de transporte intermodal; los sistemas avanzados de gestión de tráfico; o los viajes a la casa y el trabajo que explican la movilidad de la Zona Metropolitana del Valle de México son los más grandes y urgentes y la cooperación, que supere las divisiones políticas, es lo único que puede mejorar realmente la vida de millones de habitantes en el Valle de México.
Source: Excelsior