A veces utilizamos palabras como sinónimo y no lo son, esto suele pasar con el orgullo y la arrogancia. Desconocer los verdaderos significados puede ser peligroso, por ejemplo, cuando relacionamos al cáncer con la muerte o cuando las relaciones se ven afectadas por nuestra actitud.
El psicólogo Arash Emamzadeh, quien ha trabajado temas como el narcisismo, explica la diferencia entre estas dos características fácilmente confundidas. A su juicio, el orgullo es un sentimiento positivo:
«El orgullo se refiere a aquellos sentimientos que son generados por valoraciones de que uno es responsable de un resultado socialmente valorado o de ser una persona socialmente valorada.»
O sea, sentimos orgullo cuando obtenemos cierto reconocimiento social por nuestras acciones, nuestras metas cumplidas o por la persona en la que nos hemos convertido. Siempre se recalca la importancia de la autoestima, pero entonces, ¿cuál es el aspecto negativo de sentirse bien consigo mismo?
De acuerdo con Emamzadeh, sentirse orgulloso requiere un esfuerzo de la persona por lograr algo que puede ser reconocido y valorado o incluso ser importante para algo más grande. Por ejemplo, anotar un gol para tu equipo de fútbol o contribuir con tu trabajo a la sociedad.
La arrogancia, por otro lado, es un orgullo excesivo y dominante. Las personas arrogantes pueden considerar a los demás como menos útiles o valiosos que ellos mismos. Ven a los demás como una carga en vez de como un equipo.
El psicólogo remarca que la arrogancia viene del orgullo, pero está asociada con el narcisismo, y las personas arrogantes no suelen ser empáticas, por lo que esta actitud podría dañar sus relaciones con los demás.
Y tú, ¿ya sabías la diferencia?
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