Había que darle tiempo. Solo eso, necesitaba tiempo. Las críticas hacia Meghan Markle fueron prematuras y sin asidero. Solo lleva 2 meses en su nuevo rol dentro de la Corona y, aunque parecía estar quedándole grande, ahora demostró que lo tiene completamente domado.
Que no conoce las normas ni el protocolo, que se ve incómoda, que carece de confianza, que se ve nerviosa y que sus atuendos le quedan fatales. Todo eso se dijo de la exactriz apenas comenzó a aparecer en público tras la Boda Real.
Una de las críticas que más se comentaban por Internet era que no estaba a la altura de su cuñada Kate Middleton, pero recientemente, en su última aparición pública, la conmemoración de los 100 años de las Fuerzas Áreas en la Abadía de Westminster, demostró que no está a la altura, sino que está por encima.
Aunque cueste aceptarlo, Meghan tiene un carisma especial que Kate no. Obviamente la duquesa de Cambdridge luce siempre espléndida y elegante, sin embargo, Meghan tiene todo lo que un miembro real necesita para alcanzar el éxito: se atreve a vestir diseños diferentes, habla con su mirada, tiene una química envidiable con su esposo Harry y ha estrechado una relación muy empática con la gente.
Kate, a pesar de que ha sido aplaudida por sus decisiones fashionistas, se va siempre a la segura en eventos oficiales. Su diseñador favorito, sin duda, es Alexander McQueen y le ha encargado el mismo traje -una especie de abrigo vestido- en todos los colores posibles.
Es el mismo diseñador que su vestido de bodas y aunque no se puede negar que luce fantástica, no toma riesgos.
En cambio Meghan, aunque ha salido trasquilada de tanta crítica por su vestimenta, se atreve y, por fin, le ha apuntado en sus últimos tres atuendos.
Su vestido amarillo sin mangas de Brandon Maxwell, su traje verde musgo de Ralph Lauren para el bautizo del Príncipe Louis y ahora, su recatado y finísimo diseño azul medianoche de Dior, la han dejado en la cima.
En la ceremonia de Westminster, a pesar de que asistió la monarca, los duques de Sussex no se contuvieron de demostrar su cercanía y amor. Es que, la verdad, aunque no lo planeen, les sale naturalmente maravilloso.
Meghan entró tomada del brazo, muy elegante, del Príncipe Harry, mientras que Kate, con su clásico peinado, tocado y vestido/abrigo de McQueen, lució seria siempre atrás de William, y no a su lado.
Y ok, podrán decir que es protocolo, profesionalismo y que han adoptado esa actitud como pareja porque son los futuros reyes de Inglaterra. Sin embargo, sea cual sea la razón de trasfondo, nadie puede negar que ver a Meghan ahora es muchísimo más agradable que ver a Kate. A ratos, la esposa de William parece aburrida, mientras que Meghan luce como una diva con clase.
Durante la ceremonia se intercambiaron sutiles sonrisas y miradas con Harry. Los celosos dirán que es porque están recién casados pero, discúlpenme, jamás vi así a Kate y a William en un evento público tras su boda.
Además, Meghan, en su corto tiempo dentro de la Corona, ha establecido una conexión especial con las personas, mientras que Kate, sencillamente por su personalidad, no ha hecho lo mismo.
Source: UPSOCL