A pesar que el Gobierno de Guatemala es aliado incondicional de Estados Unidos, los guatemaltecos son uno de los pueblos que más sufre la tragedia de las políticas migratorias de Donald Trump.
Entre los niños presos por el mandatario estadounidense, se encontraba, por ejemplo, el pequeño Darwin, hijo de la guatemalteca Beata Mariana Mejía. La farsa de la orden ejecutiva firmada por Trump hace un par de días no le garantizó nada al menor. Fue un juez quien ordenó su libertad. Un mes duró apresado el menor antes de que se pudiera reencontrar con su madre.
Beata dijo ante los medios de comunicación de la ciudad de Baltimore (noreste) que no pudo evitar llorar al ver a Darwin, pues es su único hijo. “Lo tengo acá conmigo, aunque él está triste, pero nadie nos va a separar nuevamente”.
El sufrimiento de Beata Mariana y Darwin comenzó cuando en mayo pasado llegaron a un puerto de entrada en Estados Unidos con la intención de pedir un asilo que les fue negado. Al igual que al resto de los inmigrantes, la separaron del niño, como parte de las medidas implementadas por la política de “tolerancia cero” de Trump, que aparentemente tiene a más de 2 mil menores en centros de detención. Decimos aparentemente porque según informaciones del Departamento de Defensa estadounidense, la Casa Blanca les solicitó espacio para “albergar” hasta a 20 mil niños y niñas.
Un niño incomunicado por Trump
Durante el tiempo de la separación, Beata solo pudo hablar con Darwin una vez. La única información que le dieron fue que la Oficina de Reasentamiento de Refugiados del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Phoenix (sur) lo había detenido. Todo esto pasa en un país cuyo Gobierno pretende dictar cátedras de derechos humanos al resto del planeta.
Violan sus propias leyes para ejecutar sus desmanes. No se puede esperar que respeten tratados internacionales respecto a los derechos de la infancia.
465 niños guatemaltecos
El diario Prensa Libre relata que una fuente de la Cancillería de Guatemala le expresó que son 5.995 los niños reportados a sus consulados. “De ellos, 465 son los que han sido separados al ingresar con sus padres o familiares. El resto son niños que han ingresado de manera irregular y que no han ido acompañados”, citaron.
Prácticamente todas las familias y los menores sin compañía de adultos solicitan asilo en el país alegando un temor verosímil de sufrir violencia en caso de que retornen a su país. En la actualidad, existe un acumulado de 600 mil pedidos de asilo y muchas familias nunca se presentan para defender sus casos, optando por “diluirse” en la sociedad estadounidense.
¿Por qué se van al Norte?
Según cifras correspondientes al año 2017, la Organización de las Naciones Unidas señaló que cerca del 83% de la población de Guatemala se encuentra en pobreza absoluta o extrema.
“El 46,5% de las niñas y niños menores de cinco años padece desnutrición crónica, lo que afecta no solo su salud física sino también sus oportunidades de vida”, indicó el alto comisionado de los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein.
En noviembre de 2017, el funcionario realizó una visita de dos días y pudo apreciar las dos realidades que vive el país centroamericano: una minoría concentra el poder económico y político; mientras la otra parte sufre de discriminación, impunidad, corrupción y de violaciones a los derechos humanos.
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Source: El Ciudadano