Mauricio Weibel Barahona es periodista y un apasionado de la investigación. Se ha desarrollado como corresponsal en el extranjero, editor y periodista en televisión y en prensa digital, además de realizar investigaciones relacionadas con la represión del régimen militar en distintos ámbitos, todos con un enfoque periodístico y narrativo.
Sus ansias de develar la verdad lo han llevado a indagar en los archivos secretos de la dictadura, en su texto Asociación Ilícita; en las vivencias de los jóvenes y niños enfrentados y reprimidos durante el régimen, en Los Niños de la Rebelión; y la corrupción en el Ejército, con Traición a la Patria. La dictadura también cruza su historia de vida: su padre, José Weibel, y su tío, son detenidos desaparecidos, víctimas del Comando Conjunto.
El último trabajo en el que estuvo sumergido un año, entre entrevistas, testimonios de la fiscalía y de sus protagonistas, salió a la luz la semana pasada: Ni Orden ni Patria, donde investiga con detalles la trama secreta del escándalo conocido como “Pacogate”, que hasta el momento llega a 28 mil millones de pesos de robo por parte de Carabineros al Estado.
El mayor fraude en la historia de Chile tiene decenas de protagonistas, entre oficiales y suboficiales de Carabineros, que se repartían sin ningún control los montos de los fondos reservados de la institución. “La historia es bien sorprendente, porque los montos que corrían de un lado a otro son increíbles”, afirma, con algo de humor, Mauricio.
El equipo de Londres 38 conversó con él sobre su último libro y sobre los abusos de las Fuerzas Armadas y de Orden con respecto a derechos humanos y las arcas fiscales, como parte del manto de impunidad en que actúan estas instituciones.
Podríamos empezar por el final del libro: Es interesante cómo al finalizar el texto conectas lo que pasó con el “pacogate”, con un problema más estructural, ya que vas nombrando todas las deficiencias del Estado que permiten y facilitan este robo. Lo conectas con la Operación Huracán y con el “milicogate”, también. ¿Por qué haces esta conexión?
Cuando me tocó escribir Traición a la Patria, y luego Ni Orden ni Patria, me preguntaba cómo era posible que esto ocurriera, cómo es posible que miles de millones de pesos desaparezcan del erario público y que nadie haya sabido, y sin consecuencias hasta ahora. Y lo que veo es que hay un abandono de parte del poder civil a las cuentas de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) y de Orden, es decir, durante años no se ha querido investigar en qué se gasta el dinero en Defensa.
El capítulo final lo que quiere es abrirse a lo que va a seguir sucediendo, van a seguir encontrándose datos. Porque, por una parte existen altos montos en gastos reservados a las FF.AA., que en Carabineros eran 600 millones de pesos anuales, y en el caso del Ejército son de 2.500 millones de pesos anuales, es decir, 10 mil millones de pesos en cuatro años de gestión del comandante en jefe del Ejército, sin chequear en qué se gasta.
Y por otro lado, Carabineros, que no se sabe cuál es su presupuesto exacto, incluso no se sabe cuántos carabineros están contratados, no sabemos cuántos carabineros hay en la calle… Y la plata de la ley reservada del cobre que es gastada sin ni un control, que son millones de dólares más que se suman a esas cifras. Pensemos que en Capredena existen personas con hasta cuatro pensiones o carabineros con desahucios de hasta 200 millones, sin que se fiscalice nada.
¿Y lo que ocurre con la Operación Huracán, es una manera de encubrir el “Pagogate”? ¿O es otra forma, otra arista, de los engaños de Carabineros al Estado y a la opinión pública?
Creo que la justicia tendrá que determinar si la Operación Huracán fue o no un intento por encubrir el famoso “Pacogate”. Evidentemente es gravísimo que el ex director general de Carabineros fuera tres veces al sur para presionar el arresto de los mapuches, supuestos culpables de quemas. Es de mayor gravedad que Carabineros haya fabricado pruebas falsas y este nivel de fraude procesal donde se engañó al Ministro del Interior, jueces, a todos: un evento así no tiene registro en la historia de Chile. Porque los montajes de la dictadura venían del poder, las autoridades manejaban esos fraudes, pero acá se engañó a los jueces, a la Presidenta de la República y sus ministros, y se toman detenidos con pruebas débiles, porque es increíble que los jueces se crean que hay un chileno capaz de hackear a Whatsapp y Telegram y nadie dudara de eso, nadie pensó que era falso.
El famoso software de Alex Smith era un fraude. Y comentario aparte, creo que fue bastante patético el actuar de los medios de comunicación nacionales, hay una gran crítica ética que hacerles, para mí lo que hizo Canal 13 me parece imperdonable.
Tú ocupas la palabra impunidad varias veces en el libro, y también nosotros en Londres 38 estamos en una campaña contra la impunidad, llamada Toda la Verdad, Toda la Justicia. En el libro conectas la impunidad de los crímenes de derechos humanos en dictadura con los actuales, con la aplicación de tortura de parte de carabineros en marchas. ¿Crees que todos esos crímenes y esa impunidad están conectados?
Yo creo que estamos viviendo un tiempo triste de impunidad: lo que ha pasado con Penta, lo que ha pasado con la Ley de Pesca, y lo que aún pasa con altos oficiales del Ejército y Carabineros… Creo que lo peor que le puede pasar a la democracia chilena es que todos los crímenes de robos, de cohecho, de vejámenes que ocurren en las Fuerzas Armadas, queden sin ser condenados o con penas ridículas. Eso da la señal desde el sistema de justicia que es posible cometer delitos gravísimos para la democracia y para la ciudadanía, y salir impune. Creo que si estuviste dispuesto a transgredir los derechos humanos de alguien, también estás dispuesto a otras cosas.
Los líderes de la dictadura, como Pinochet y otros, dejaron una impronta de corrupción ética profunda, tanto en derechos humanos como en temas financieros. Si uno revisa los nombres de los que trabajaron con Pinochet, muchos de ellos ahora aparecen involucrados en estos casos, como el general Fuentealba que fue su jefe de comunicaciones, el general Guerra que fue miembro de su staff asesor. Entonces la dictadura dio la señal de hacer creer que los militares eran unos dioses, eran invencibles, que nada ni nadie estaba sobre ellos, ni siquiera la ley. Y el exceso de poder generó todos estos abusos.
¿Crees que a futuro podríamos ver conexiones entre los políticos y los involucrados en robos en las Fuerzas Armadas y Carabineros? Porque a uno como ciudadano le llama la atención el rol fiscalizador tan débil de los políticos y que hayan tenido una respuesta tan tardía.
El problema es que los políticos se compran muy fácil el argumento de los militares y de carabineros de que estos son gastos reservados y deben quedar confidenciales, y todo queda en un manto de silencio, cuando en realidad son pocos los gastos reservados en Defensa, no tienen que ser reservadas las facturas, los gastos, entre muchos otros. ¿Qué pasa cuando uno ve la reacción de la gente? Que les da rabia, pero no hay consecuencias concretas, a veces por años. ¿No hay voluntad política para que esto cambie? ¿Hay que hacer algo más que sacar a la luz estos casos para haya cambios?
Yo creo que no hay voluntad política para que este tema cambie, piensa en la cantidad de dinero que se gasta en pensiones en Fuerzas Armadas, sin embargo hay una desidia que es brutal con el dinero entregado a militares y policías. Me cuesta entender que hay temor frente a la reacción del Ejército o Carabineros. Cuando hablamos de gente que sacó dinero del Estado es que son delincuentes, y punto. Y me temo que este nuevo parlamento, con menos experiencia, se trague el argumento de que este tema se trate de manera reservada.
Hay algunos que plantean que es necesaria una reestructuración de Carabineros y de las FF.AA. ¿Eso será suficiente para solucionar el conflicto de desfalco y robo de dinero en esas instituciones?
Hay una tema estructural que tiene que ver con la falta de control, que además se relaciona con la subordinación, cuando quienes administran están bajo el mando de un general al que tienen que obedecer, aunque lo que se les pide sea un delito, porque de eso depende tu carrera.
Creo que hay que cambiar los presupuestos a las FF.AA. y de Orden, cambiar la forma de administración de dichos presupuestos y revisar los gastos que tengan, porque estamos claros que se han entregado millones de dólares que no tenían destino claro. Creo que son necesarios esos cambios de magnitud, también de destinación de los fondos, y con el control civil, que es el cambio más difícil, la manera en que los civiles vuelven a tomar el control de las Fuerzas Armadas y de Orden después de medio siglo.
Siendo que ese control nunca se ha tenido, de parte del poder civil, ¿o sí?
Quizás había un poco más de control antes de la dictadura, pero se perdió desde 1973. Finalmente, los generales de hoy son los muchachos que entraron a defender el régimen en los 80, es la última camada del pinochetismo. Pero creo que la forma de resolver esto no es institucional, sino a través de la movilización de la ciudadanía. Aquí, a pesar de que el avance fue pequeño en la educación, solo pasó porque los jóvenes salieron a protestar en 2011. Lo mismo ocurre con el avance de los derechos de las mujeres: es porque las mujeres se movilizaron.
Con Ni Orden Ni Patria uno igual se cuestiona la existencia de estas instituciones, el por qué existen las Fuerzas Armadas y Carabineros, porque pareciera que más que para defendernos a los ciudadanos, es una estructura institucional hecha para desfalcar dinero…
Es que las prácticas de desfalco de dinero están enquistadas en estas instituciones. Va a requerir cortar cabezas, una intervención general, no se va a resolver sacando un par de personas, hay una estructura y redes enlazadas. La corrupción en las Fuerzas Armadas y Carabineros existe, y también hay empresas de armas que están dispuestas a corromper a los funcionarios. Lo que hay para mí es que, con el modelo actual, el dinero se puso en el centro de la vida, el mercado está en el centro de la sociedad y todo se privatizó: los derechos sociales, el eje de la política exterior, el espacio público, la discusión en los medios de comunicación. Creo que tenemos que lograr lo contrario como sociedad, la capacidad de funcionar como comunidad, ser solidarios, que ya el dinero no sea el centro de las relaciones sociales.
¿Y cuál podría ser el rol de las organizaciones sociales en estos cambios?
No sé qué tenemos que hacer, sería presuntuoso de mi parte responder eso, pero sospecho que tenemos que volver a enamorarnos de lo colectivo, del mundo social, volver a encantarnos con la labor social, y salir del individualismo y el dinero como eje de todo.
Publicado en Londres 38
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Source: El Ciudadano