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Hace 100 años Turquía asesinó a más de 1 millón de armenios. ¿Por qué no podemos llamarlo genocidio?

1942. Raphael Lemkin es un abogado judío-polaco especialista en derecho internacional. Durante una investigación, Lemkin revisó algunos orígenes etimológicos. Terminó juntando la raíz griega “genos” (grupo) con el verbo latino “caedere” (matar). El objetivo de la unión de estos conceptos era la creación de uno nuevo: genocidio. Años después, le preguntarían por qué se habría interesado en inventar un concepto para un asunto tan rebuscado. Él respondió: “Porque ha pasado muchas veces. Primero ocurrió con los armenios y después Hitler llevó a cabo lo suyo”. 

Museo-Instituto del Genocidio, Ereván

1915

El Imperio Turco Otomano persigue a la población armenia. Los armenios llevan casi 2.500 años viviendo en Anatolia oriental, una de las siete regiones en las que se divide Turquía. Los registros de la época parecen hablar por sí mismos: madres que revisan cadáveres de sus hijos sobre la tierra endurecida; filas interminables de hombres, mujeres y niños siendo llevados a campos de prisioneros; cabezas (algunas aún con los ojos entreabiertos) desprendidas de sus cuerpos, formando una fila perfecta; niños desnutridos que ya dejaron de moverse. Otros, a los que no quisieron matar en seguida, fueron deportados, arrojados al desierto sirio. Algunos murieron de enfermedades o hambre. Aún se discute el número total de fallecidos. Los armenios aseguran que este llegaría, incluso, al millón y medio de víctimas fatales. Por otro lado, los sectores más conservadores y negacionistas de Turquía, aseguran que va, más bien, cerca de los 300.000.

Museo-Instituto del Genocidio, Ereván

Recién pasamos la barrera de los 100 años de uno de los sucesos más conflictivos de la historia de Turquía: lo que es denominado, en algunos lugares del mundo (y negado en otros) como el “genocidio armenio”. 

Los antecedentes

Para entender un poco (o al menos poder situarnos en) este contexto, hay que viajar un par de años antes, a 1908. En esa época, entró a la política local un partido llamado Comité de Unión y Progreso (CUP), quienes también se hicieron conocidos como los “Jóvenes Turcos”. Los Jóvenes, con la idea de detener el declive del Imperio Turco Otomano, llegaron al poder mediante una revolución pacífica. Sacaron al sultán (quien 10 años antes había matado a casi 300.000 armenios por exigir igualdad en sus derechos civiles), y prometieron el progreso: su discurso, embellecido con una potente retórica capaz de conquistar a las masas, proponía una monarquía parlamentaria, y otorgar derechos a las minorías no musulmanas. Gracias a los nuevos gobernantes, griegos, armenios asirios y judíos podrían llevar una vida más digna al interior del imperio. 

Museo de Historia, Ereván

Sin embargo, también habría problemas al interior del CUP. No todos los Jóvenes Turcos tenían el mismo pensamiento progresista y, por si fuera poco, algunos incluso estaban abiertamente en contra de este. 

1912. Después de que el Imperio perdiera los Balcanes, asumió el poder un ala del CUP que era reconocida por sus ideas radicales nacionalistas. Ellos proponían un nuevo concepto para evitar el decaimiento del imperio. Este se basaba en la unidad política, étnica y cultural de los pueblos de habla turca. Ahora, todos estarían en un nuevo estado. Las consecuencias eran muy claras: la diversidad étnica y religiosa que el Imperio había conocido y celebrado con anterioridad, ya no existiría. Ahora todos los pequeños pobladores serían absorbidos por esta gran nación. Habrían idiomas y dioses ilegales.

diario de Jacobsen, Jarput, 1907-1919

Decidieron llamar a esta corriente política “turquismo”. 

¿Por qué los armenios?

Incluso para esa época, Turquía ya era una zona con una multiculturalidad bastante fuerte. El Imperio fue el lugar de encuentro de idiomas y religiones. Sin embargo, a principios de 1915, la Primera Guerra empujó a los turcos a invadir las zonas turcófonas del Cáucaso ruso. Allí, los soldados fueron aplastados. Milicias enteras de hombres abatidos se extendían por el territorio. Y creyeron localizar a los principales agentes del problema en esa aplastante derrota.

Biblioteca del Congreso

Había un importante contingente de armenios rusos entre las filas que habían acabado con los hombres otomanos. Habían, incluso, algunos pocos armenios otomanos. Esto los llevó a sacar una rápida conclusión: los armenios eran traidores. Un peligro para el Estado. En su mayoría, eran enemigos internos. Comenzaron las sospechas sobre espías, agentes encubiertos, sujetos que querían desbaratar a la nación más grande del mundo desde adentro. 

Armin T. Wegner

Ordenaron, entonces, desarmar y asesinar a los soldados armenios. Los mataron los mismos hombres con los que habían compartido el pelotón. Para abril de 1915, los primeros grupos de deportados ya comenzaban a cruzar la frontera. A pesar de que es una imagen triste la de una familia que corta el desierto con la inmensidad del sol sobre sus cabezas, probablemente ellos hubiesen preferido eso por sobre las ejecuciones públicas.

A fines de abril todo se había salido de control. Para el día 24 (fecha que hoy conmemora el genocidio armenio), las autoridades apresaron a la élite intelectual, política y religiosa. Eran entre 200 y 650 personas. Al Imperio no le importaron los cargos: si sacerdotes, escritores o partícipes activos del gobierno. Todos fueron sacados de alguna manera del país: algunos, deportados; otros, asesinados casi en el acto mismo de su captura.

Armin T. Wegner

Ya sin intelectuales ni una fuerza militar, solo les quedaban los civiles. En un principio, procedieron de la misma manera con las personas armadas: todos debían entregar su armamento al estado. Aunque al principio se planteó frente a la ciudadanía como una medida preventiva, la realidad estaba bastante lejos de eso. Con las familias enteras desarmadas, allanaron casas, y apresaron y ejecutaron a hombres adultos. Algunos, los menos afortunados, eran amarrados en grandes grupos, y luego los arrojaban a los ríos Éufrates y Tigris. 

Para el final de la guerra, los cuerpos de los armenios estaban apilados y, muchos de ellos, también irreconocibles. Hoy, la Asociación Internacional de Investigadores sobre Genocidio, asegura que el total supera el millón de fallecidos (muy por sobre los casi 300.000 que aseguran los turcos que hubo en realidad).

Academia de Ciencias de la Armenia soviética

El problema de la palabra “genocidio”

Según el artículo número dos de la Convención sobre Genocidio, que llevó a cabo la ONU durante 1948, un genocidio son todas las acciones llevadas a cabo con la intención de “destruir, total o parcialmente, una nación, una etnia, raza o grupo religioso”. Hoy, Armenia pide que se le llame públicamente genocidio a la matanza de sus ciudadanos durante 1916, en manos del Imperio Turco Otomano. Y más de 20 países están dispuestos a acompañarlos en su lucha. 

Armin T. Wegner

Sin embargo, los turcos, hoy en día, aseguran que no se habría tratado de un genocidio, sino de bajas comunes que se vivieron en el marco de la Primera Guerra Mundial. Aceptan que se cometieron atrocidades y que hubo persecuciones de parte de un Estado que demostraba una tendencia ultra nacionalista (una visión bastante común durante la primera parte del siglo pasado), pero aseguran que no existió la intención sistemática de destruir, en particular, a los cristianos armenios. Uno de los bastiones en su lucha por desconocer la gran matanza armenia como un genocidio, es asegurar que una cantidad importante de turcos musulmanes también murieron durante esa época.

Responsables

Por si fuera poco, los turcos también se sostienen en que ya hubo responsables localizados y debidamente sancionados durante la época. Entre 1919 y 1920, una larga lista de oficiales otomanos fueron enjuiciados en Turquía. Las razones eran, precisamente, sus vínculos con la gran matanza armenia.

Sin embargo, el triunvirato que comandaba el movimiento Jóvenes Turcos había huido del país para el fin de la guerra. A pesar de no poder asistir a un juicio, el estado decidió condenarlos a todos a muerte. Pero no alcanzaron a ser extraditados. Activistas armenios los asesinaron. 

Hoy, a pesar de la posición de los turcos frente a las consecuencias de la gran tragedia que tuvo que vivir el pueblo armenio durante la Primera Guerra, hay más de 20 países que apoyan que se le reconozca como “genocidio”. Por si el peso de la opinión de los estados no fuese suficiente, el Parlamento Europeo y la Sub-Comisión de la ONU para la Prevención de Discriminación y Protección de las Minorías también lo reconocieron; sin embargo, en lugares como Estados Unidos, Reino Unido a Israel, está prohibido que se hable de un genocidio para referirse a la matanza armenia. 

Armin T. Wegner

En Turquía, el debate público sobre el tema está prohibido.

Turquía y Armenia hoy

Pero a pesar de los fuertes desvaríos vividos entre estas dos grandes naciones, parece ser que sus relaciones van mejorando muy lentamente. Durante el año 2009, Turquía y Armenia firmaron un tratado para el restablecimiento de relaciones diplomáticas, y la apertura de su frontera común.

Sin embargo, aún hay algunas cosas que quedan por saldar, desde el uso de la palabra “genocidio” para nombrar los actos cometidos por el Imperio Turco Otomano, hasta la solución del conflicto Nagomo-Karabaj, un territorio en manos de una etnia armenia que se declaró independiente en 1991, y fue defendido con presencia militar durante la Guerra Fría. Durante esos años, Azerbaiyán no accedió a reconocer su independencia, y Turquía apoyó al país anterior en la disputa. 

Lo único que queda por esperar a estas alturas, es que ambos países lleguen a acuerdos de la manera más civilizada posible. Este 24 de abril se cumplen 103 años desde la matanza más cruenta que ha vivido el pueblo armenio y, a pesar de que algunos piensen que formó parte de las atrocidades comunes de una guerra tan grande como la primera, es importante que Turquía revise los movimientos militares de sus ancestros para poder progresar. Cederle una sola palabra a un pueblo entero parece justo.

Source: UPSOCL

Erre&ErreRedacción
Erre&ErreRedacciónhttp://www.mexicoahora.com
Lic. en Sociología. Editor de noticias. Con amplia experiencia en servicios de contact center.

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