En Tomb Raider, Alicia Vikander canaliza su Indiana Jones interior con una pizca del personaje de Rambo. Tiene el número suficiente de rasguños y cortes y, de forma sensata, con su particular ingenio, fuerza física y una aljaba llena de flechas es capaz de vencer a pequeños ejércitos de hombres.
Vikander presenta una versión más realista de la increíblemente voluptuosa heroína de los videojuegos que Angelina Jolie, en el papel de Lara Croft, interpretó con gran éxito mientras que Milla Jovovich comenzaba a destacar en los spin-offs de Resident Evil. Al igual que Sarah Conner en The Terminator, Ellen Ripley en Allien y Charlize Theron en Mad Max: Fury Road, estas heroínas se han convertido en personajes cinematográficos familiares, y las últimas en hacerlo han sido Frances McDormand en Three Billboards Outside Ebbings, Missouri y Allison Janney en I, Tonya.
Curiosamente, este año, ambas actuaciones obtuvieron un Oscar y parece que cada una había aprovechado la corriente de ira incipiente que impulsó el resultado de las elecciones de 2016. Pero hay que tener en cuenta que lo que una vez fue liberador ahora es limitante, reduciendo nuestras capacidades de poder a ser tan duras como los machos ¿Es la mejor opción que tenemos para equipararnos a ellos?
Una respuesta a esa pregunta se puede encontrar en el documental Mankiller, una película sobre Wilma Mankiller, la primera mujer elegida jefa principal de la Nación Cherokee. Como una joven que fue trasladada de su hogar ancestral en Oklahoma a California, Mankiller alcanzó la mayoría de edad durante las décadas de los sesenta y los setenta, cuando los movimientos de mujeres, movimientos laborales, derechos civiles y mujeres nativas americanas ayudaron a millones de estadounidenses a encontrar su propia opinión. Después de regresar a Oklahoma, Mankiller superó sus dudas sobre sí misma para convertirse en una brillante líder comunitaria, trabajando con miembros de la tribu, a menudo desconfiados, para ayudar a traer cambios sociales y económicos, ya sea en la construcción tan necesitada de un sistema de agua como el incentivo de negocios hortícolas.
Curiosamente, Mankiller fue producida por Gale Anne Hurd, cuyas películas The Terminator y Allien ayudaron a hacer que Sarah Conner y Ellen Ripley fueran conocidas en la industria. Esas heroínas, dijo ella en una presentación de Mankiller en el Festival de Cine de Atenas, “no se dan cuenta del poder, la fuerza y las habilidades del liderazgo que tienen. Y eso se ve en la historia de Wilma. Ella siempre se consideró a sí misma como una persona común. Pero superó desafíos extraordinarios y encontró esa capacidad para inspirar a otros a alcanzar sus metas”.
En la película sobre su vida, la suave voz de Mankiller, que murió en 2010, relata su éxito personal y el instinto para resolver problemas difíciles “de la manera menos divisiva posible”. En el papel de alguien que lideró una comunidad al empoderar a otros, dice un observador, Mankiller “hizo girar el telescopio”, dando ejemplo de cuantas cosas se pueden lograr simplemente eliminando el ego y permitiendo que los afectados por un problema lo identifiquen y lo resuelvan.
Es solo ese tipo de poder que, según Gloria Steinem, la hizo, al principio, fanática y luego amiga íntima de la líder Cherokee. En la proyección de Nueva York, Steinem, que aparece en la película, describió el legado de Wilma al “representar los propios valores y cómo influyen en cada acto que haces”. “Que mantengas a tu comunidad, y sigas entendiendo que el paradigma de la vida es un círculo, no una pirámide, no una jerarquía. Que estamos vinculados, no clasificados“, apuntó al respecto.
Pero las películas, habitualmente, sigue reduciendo la historia y el heroísmo a una sola persona. Por un lado es mucho más práctico y fácil de digerir para el público. Y no es por casualidad, el ethos lineal de suma cero se ajusta perfectamente a los ideales americanos mitificados de individualismo y autosuficiencia abrupta, que son tan falsos cuando son encarnados tanto por una mujer como por un hombre. “Hollywood, como la mayoría del país, todavía define el poder como el poder”, señaló Steinem en la proyección de Mankiller. “Y Wilma, y muchos otros, definieron el poder como poder para cambiar las cosas”.
¿Es posible reimaginar una nueva iconografía e poder, sin ataduras a paradigmas arcaicos de virilidad y conquista? Algunas heroínas que han aparecido en la gran pantalla en los últimos tiempos están señalando el camino. En A Wrinkle in Time de Ava DuVernay, la heroína de la película, Meg Murry, se embarca en la búsqueda de un héroe clásico pero no sobrevive a base de fuerza bruta sino que lo hace a través de la inteligencia, la intuición y sus propios fallos (todos son valores de Wilma) Algo parecido podemos encontrar en Wonder Woman.
Todos estos pequeños indicios de progreso son solo un paso más en un momento en que la representación de las mujeres al frente y detrás de las cámaras promete nuevas formas de comprender el heroísmo. Y pasa en un momento en el que nuestras imágenes de poder más ubicuas son colectivas, ya sea a través del movimiento #MeToo o #NeverAgain, con Emma González o con los miles de estudiantes a los que ella ha ayudado a que alcen sus propias voces.
La pregunta ahora es si Hollywood puede girar el telescopio y descubrir un nuevo tipo de heroína, capaz de evolucionar más allá de los músculos y las armas.
Source: Infobae