Más de 15.000 niñas, mujeres y hombres sufrieron violencia sexual durante el conflicto armado que se prolongó durante 50 años en Colombia, según un informe realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) de ese país, que denuncia el ensañamiento al que fueron sometidas las víctimas.
Bajo el título “La guerra inscrita en el cuerpo”, el estudio evidencia que la violencia sexual ha sido usada como un instrumento de poder y como un mecanismo de dominación. “Y su uso ha sido premeditado y sistemático”, afirma Gonzalo Sánchez Gómez, director del CNMH de Colombia.
En un artículo que será difundido este viernes por el servicio de firmas de la Agencia EFE, Sánchez Gómez asegura que los abusos sexuales sufridos por miles de personas durante el conflicto armado, además de ser “un crimen de guerra” es “un tabú” en el país latinoamericano, aunque “su realización no lo fue”.
“Hemos establecido, tras registrar 15.076 casos desde 1959, que no se puede considerar que la violencia sexual haya sido un caso aislado ni que su ocurrencia se deba a motivos circunstanciales o a características de los individuos perpetradores”, subraya el director del CNMH colombiano.
Según el informe, de los 227 testimonios recogidos, el 36% de las víctimas de la violencia sexual tenía menos de 14 años, y el 17%, menos de 18, lo que supone que un 53% eran menores de edad.
Niñas y adolescentes fueron las víctimas más vulnerables, remarca el estudio, que destaca que el 91,6% de victimización recae sobre las niñas y mujeres, con énfasis en diferentes etnias y niveles de exclusión social.
En cuanto a los principales responsables de esta violencia, un 32,2% corresponde a paramilitares, un 31,5% a las guerrillas, y un porcentaje altísimo, el 26,5%, en el que el perpetrador no ha sido identificado.
En el informe se identifican además tres escenarios en los que sucede la violencia sexual: el de la disputa armada, el del territorio bajo control de un grupo armado y el de las filas de los combatientes o perpetradores, y en cada uno de ellos los motivos por los que se ejerce tienen que ver con el miedo, la venganza, la amenaza o la demostración de poder fundamentalmente.
También se documenta la existencia de modalidades “aberrantes en pleno siglo XXI”, como la esclavitud sexual.
“La tolerancia, la indiferencia, la estigmatización que manifestamos como sociedad frente a este crimen deshumanizante se ha expresado a través del aislamiento de la víctima“, señala Sánchez Gómez, quien destaca que, sin embargo, muchas organizaciones de mujeres trabajan para borrar las huellas físicas y psicológicas que quedaron en las víctimas.
(Con información de EFE)
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Source: Infobae