MADRID.
Un derbi a cero, el primero de la historia en el Wanda Metropolitano, reafirmó las dudas del Atlético y el Real Madrid, apartados los dos de su mejor versión a estas alturas del curso, más lejos del liderato, ya a diez puntos del Barcelona.
El punto no les vale para casi nada en sus pretensiones en la Liga.
El partido fue mucho más tenso que preciso, mucho más vibrante que brillante, mucho más de pelea que de combinación, con toda la presión que había generado el Barcelona horas antes, con toda la responsabilidad de mirarle a once puntos antes del inicio del duelo en el estadio Wanda Metropolitano y con todo el peso de un derbi.
La táctica está muy medida. Pero incluso hubo margen hasta para el error, unos cuantos, como la primera ocasión: un regalo de Raphael Varane a Ángel Correa que el argentino malgastó ante Kiko Casilla.
Cada centro sobre el área del Real Madrid, con Isco perfilado hacia la banda izquierda para medir sus regates con Juanfran, lo repelía omnipresente Stefan Savic; cada intento en ataque del Atlético se perdía en un regate, en un arrebato incontrolado o en tantos y tantos metros por recorrer, sobre todo desde el minuto 30.
Ahí ya había cambiado el partido. Ya sentía más descontrol el Atlético. Y ya percibía, y encontraba, más huecos el Madrid, como en una pared entre Cristiano Ronaldo y Toni Kroos finalizada fuera por el alemán, en una sucesión de centros por la banda izquierda de Isco o Marcelo o un cabezazo de Sergio Ramos que terminó con un golpe y sangre en la nariz. Aguantó hasta el descanso. Le reemplazó Nacho.
Preso de la táctica el Atlético, sin el desborde constante el Real Madrid, todo fiado a una genialidad de Isco, el primer tiempo terminó con la sensación de que uno y otro tienen mucho más, también de que la victoria en un derbi exige más, pero, a la vez, de que ya se jugaba más a lo que proponía el equipo blanco que el rojiblanco.
Necesitaba un impulso el Atlético. Lo buscó Simeone en Carrasco, desde el banquillo al campo en lugar de Thomas. Tuvo algo de efecto en el equipo rojiblanco, que dio un paso más adelante; por extensión en el Real Madrid, que, de pronto, sin que su rival hiciera nada muy diferente de lo anterior, desapareció del campo contrario, sin noticias de Benzema y Cristiano. Tampoco al otro lado de Griezmann, silbado cuando fue sustituido por Fernando Torres a falta de cuarto de hora.
El atacante madrileño y Gameiro, en lugar de Correa, fueron la apuesta final de Simeone. La primera conexión entre los dos, finalizada por el atacante francés, la sacó bajo palos Varane, oportuno ante la vaselina que había superado a Kiko Casilla. En el otro lado, Oblak repelió un lanzamiento de falta de Cristiano y un disparo de Toni Kroos destino al empate sin goles.
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Source: Excelsior