Poco se sabe de  la vida en Corea del Norte. Esa nación gobernada por un supuesto duro  régimen comunista, cuyo líder no fue proclamado por el voto popular,  sino que simplemente lo heredo de su padre.   Ironía mayor de un régimen  que se proclama marxista-leninista, pero que se conduce como una monarquía dictatorial,  no puede haber. Pero, así son las cosas.

Las amenazas bélicas contra Corea del Sur y EE UU, se  suceden desde los años 50, con mayor y menor virulencia.  Tanto Rusia como China, ya han aclarado que no apoyarían una aventura guerrera, pero otros no ocultan su preocupación porque dicen que Corea del Norte, ha logrado desarrollar una  bomba atómica, de  la primera generación, pero de mortal poder.

Según algunos juicios emitidos por  fuentes diplomática, en la capital de Norcorea, Pyongyang, con tres millones de habitantes,  es una especie de paraíso proletario. Vivir allí es un premio porque no hay hambrunas y tienes más oportunidades, así que al que deja de merecerlo lo  envían al  campo. Esa amenaza real,  genera cierta paranoia agravada por  el control de las visitas en casas. Una reunión de más de uno es una conspiración. En los sitios públicos se puede hablar, pero nada más. Nadie aspira a  tomarse una cerveza después del trabajo.

Hay una sola cadena de televisión  que trasmite solo media hora a la semana de información internacional. Si muchos mensaje político y series de entretenimiento.

En concreto, es un país con grandes diferencias sociales, y a los que no pertenecen a la casta superior la vida le ofrece pocas satisfacciones.

Los altos funcionarios del gobierno, se movilizan en lujosos coches, que se identifican por  la matrícula “2.16” (en referencia a la fecha de nacimiento de Kim Jong-il, 16-02-1941)  que tienen prioridad en las calles y están por encima de todas las  reglas habituales y normales del tránsito en el mundo.  Se sabe , que en general los norcoreanos tienen una  dieta compuesta casi exclusivamente por arroz, y tienen una desmesurada afición por el tabaco y el alcohol.  Viven bajo un constante bombardeo de propaganda,  la que ha logrado  que nadie la atienda y le de importancia.  Simplemente, la soportan y la ignoran.

Las calles al caer el sol,  se sumergen en la oscuridad derivada de la falta de adecuada iluminación y de los cortes  en el suministro de energía eléctrica que se sufren por no disponer de combustibles en forma adecuada y permanente sus centrales térmicas. Tienen rutas de cuatro carriles, , pero el trafico es inexistente, salvo algunos pocos vehículos.

Las penurias de la mayor parte de la población son grandes.  El invierno en ese país es cruel.  Se dan temperaturas por debajo de los 20º bajo cero. Calefacionarse o  darse una  ducha caliente, no esta al alcance de todos.

Los norcoreanos son trabajadores devotos, con ganas de que su país funcione. Eso no quita que la mayoría aspire a un trabajo en el comercio que les dé acceso a divisas y productos extranjeros. El ocio no es una prioridad del régimen, pero los norcoreanos buscan huecos para divertirse, casi siempre en grupo mediante paseos comunitarios, bailes en la calle o juegos.

Aun así, las influencias  de la vida moderna, se cuelan mediante teléfonos chinos o los DVD de telenovelas surcoreanas llegados de contrabando.

La vida vive una permanente  militarización, máxime si tenemos en cuenta que el país  técnicamente sigue en guerra desde 1953 y en el que el servicio militar dura 10 años.  Al obrero le pagan un sueldo bajo y lo completan con alimentos que garantiza cada centro de trabajo. Los grandes almacenes, con pocos productos y muy anticuados, han encontrado la competencia del contrabando y el comercio en negro,  tan conocido aquí por el bagashopping. No hay mayor asistencia social, y el dinero del país se destina a desarrollar  ahora,  armamento nuclear.

Un “paraíso” que

de envidiable nada tiene y que encima esta gobernador por una clase política pendenciera, al menos, en los papeles, tras lanzar siempre amenazas, que felizmente, casi nunca concreta.-

Lunes, 08 Abril 2013

http://www.laprensa.com.uy/index.php/editorial/40053-mitos-y-realidades-de-corea-del-norte