En alguna ocasión escucharon aquella frase que dice: «me da envidia de la buena» o tal vez esa otra que dice: «bien por ti, aunque no sea para mi»
No siempre los cumplidos son bien intencionados; así como tampoco la envidia es buena, por lo general, el éxito de otros, para algunas personas es difícil de digerir.
No ser capaces de gozarnos con los logros de los demás, es una clara señal de la insatisfacción de nuestra vida, pero no es tan sólo eso, deja claro también, el grado de inestabilidad de nuestro corazón.
Es decir; si el ver el éxito de algún amigo te causa nauseas, irritación, escozor, rencor, envidia, ausencia de sueño, descomposición gradual de la sonrisa y cosas similares, entonces tu corazón ha enfermado de un antivalor de nombre egoísmo, que es también, pariente cercano del individualismo y el desamor.
Pensando en este asunto, me surgió una preocupación entorno a la siguiente pregunta: ¿será posible que el egoísmo más allá del individuo, logre contaminar a una sociedad completa o inclusive a un sistema de gobierno?
Recordemos un poco, de que manera fluye o debe fluir el ciclo de los valores.
Los valores con los que papá y mamá en forma personal llegan al matrimonio, sumados entre sí, dan por resultado los valores que serán llevados al corazón de los hijos.
De esta forma, se integran en conjunto los valores familiares, que son el resultado de la suma de valores de papá y mamá como pareja y la suma de valores que los hijos han adquirido en lo personal.
En su caso, como resultado de la suma de cada uno de los valores, adquiridos por cada uno de los hijos.
Ahora, todos estos valores, sumados a la influencia cultural de cada comunidad, barrio, ciudad, estado o nación, define el criterio, la ética y el uso, de los valores que nos definen en conjunto.
De manera entonces que la respuesta a la pregunta motivo de esta contemplación no puede ser más que un sí rotundo.
El egoísmo si puede contaminar, a una sociedad completa o inclusive a un sistema de gobierno, a partir de lo que nosotros como individuos decidamos, respecto a nuestra actitud frente al éxito de los demás.
Deja de sufrir la buenaventura de los demás y aprende a vivir y disfrutar tus propios logros, lo mucho o lo poco que acumules en tu vida, será el resultado de lo que vayas sembrando a tu paso por esta.