Hay muchas cosas sobre las que el PRI tuvo que hacer predicciones, -fallidas casi todas al parecer – cuando eligió poner como candidato a un hombre que ni es priista, ni lo parece. Hablamos de Jose Antonio Meade Kuribreña.
La principal apuesta del Partido Revolucionario Institucional fue la de elegir a un hombre que, aparentemente, estuviera limpio de todo acto de corrupción, pues, como saben que este sea probablemente el mayor malestar del país y el causante de muchos de sus problemas mas grandes, una figura como Jose Antonio serviría para demostrar que estaban combatiendo el problema de manera frontal, pero Meade se quedo corto.
De hecho es un hombre que no ha logrado saber plantarse, por lo menos, como un verdadero candidato priista, uno que cuando hable lo haga con autoridad, un hombre que al menos hubiera tenido el valor de reconocer que el partido que representa no goza de ningún tipo de popularidad entre los mexicanos pero que el estaba ahí para corregir sus errores, para asumirlos, para cambiar y transformar no solo al país pero también a la forma en como el PRI ha gobernado tantos años. Pero no lo hizo, no ha dicho nada de esto.
Caso contrario, lo que ha hecho Meade es defender en buena medida las acciones y medidas que el PRI ha tomado como partido gobernante en los últimos años.
Esto no lo ha favorecido, de hecho, lo mantiene lejos de luchar por la victoria.
El PRI quiso demostrar que contaba con un elemento honesto entre sus filas pero, entre tantos actos de corrupción, tantos gobernadores siendo procesados, en fuga, o con presumibles actos de corruptela, Jose Antonio ha ayudado realmente poco a que las aspiraciones del PRI se sostengan otro largo periodo presidencial. Ahora son ellos los que tienen miedo.
Finalmente la victoria de Andrés Manuel parece posible, eso, si la gente vota como opina, y si el sistema funciona como parece que debería.
