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viernes, septiembre 20, 2024

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Histórico 1968- En busca del gran escaparate

Las unidades eran detenidas por los estudiantes en la vía pública. Fotos: Archivo Excélsior
Andres Becerril

CIUDAD DE MÉXICO.

El Movimiento Estudiantil empezó a buscar dar un salto de los campus estudiantiles y las calles aledañas de las escuelas, hacia el plano masivo, un gran escaparate, un debate público y abierto.

El 22 de agosto de 1968 se publicó la información de que La Tribuna Nacional de la Juventud estaba organizando un debate público sobre el Movimiento Estudiantil, para el día 24 de agosto. La sede sería el Club de Periodistas, ubicado en la calle de Filomeno Mata número 8, en el centro de la ciudad de México.

Esta información apareció hoy hace 50 años en la segunda edición de Últimas Noticias de Excélsior, diario vespertino conocido como La Extra.

A ese debate, La Tribuna Nacional de la Juventud invitó a padres de familia, maestros universitarios, del Politécnico y de Chapingo, intelectuales y burócratas y a todo el público en general.

 

Hoy hace 50 años, Excélsior difundió que la Comisión Mixta y el IPN irían a pláticas con el gobierno.

 

Ese plan estaba concatenado con la propuesta que un día atrás había lanzado el ingeniero Heberto Castillo, en su participación en el mitin de Ciudad Universitaria, en el sentido de que hubiera un debate público y televisado.

Ese mismo día, 22 de agosto de 1968, Excélsior publicó la información de que los integrantes de la Comisión Mixta de estudiantes y maestros del Instituto Politécnico Nacional, que participaría en las pláticas con el gobierno, quedaría lista en las próximas horas.

Según la información, los politécnicos enviarían a tres delegados de la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET) y al mismo número de alumnos que convergía con el Consejo Nacional de Huelga de Estudiantes Técnicos.

Estos dos grupos que abiertamente eran antagonistas del Consejo Nacional de Huelga (CNH), se publicó hoy hace 50 años, rechazaron la actitud del CNH, que tenía su sede en la Escuela Superior de Física y Matemáticas del Poli, en Zacatenco, pues afirmaban que este grupo era extremista y no aceptaba el diálogo con las autoridades, al obedecer directrices ajenas a los estudiantes.

La información del día señala que en esa Comisión Mixta propuesta por el regente del Departamento del Distrito Federal, Alfonso Corona del Rosal, no estaban los integrantes del CNH, a quienes se les atribuía tener bajo su control la mayoría de los planteles educativos que permanecían en huelga.

 

La estampa diaria del Movimiento Estudiantil comenzó a presentar camiones de transporte público pintarrajeados por jóvenes. Fotos: Archivo Excélsior

 

José Rosalío Cebreros, el dirigente de la FNET, a quien se vinculaba con el PRI y con el gobierno, dijo en la víspera del 22 de agosto de 1968 que en cuanto quedara integrada la Comisión Mixta se podría llegar a un dictamen oficial en un término de tres días.

Sería el fin oficial de la huelga”, comentó Cebreros, “pues el grupo que integra el Consejo Nacional de Huelga, formado por elementos del MURO, CIA, comunistas y extremistas en general, no pretende un arreglo, sino provocar un ‘cambio social o una revolución’”.

No obstante su resistencia a plegarse a la CNH y marcar cierta armonía con las hipótesis oficiales, Cebreros pidió se hiciera una aclaración, misma que se publicó el 22 de agosto de hace 50 años.

Nosotros, como la FNET, insistiremos en la destitución de los jefes policiacos y en el cumplimiento de todos los puntos de nuestro pliego de peticiones; el primero que fue presentado ante las autoridades. No se trata de una claudicación ni de traición al Movimiento, pero pensamos que sí se debe entablar el diálogo para obtener algún resultado positivo”.

Las evidentes pugnas entre los distintos grupos estudiantiles por ser la vanguardia del Movimiento y principalmente por las acusaciones de la cercanía de la FNET y Cebreros con el sistema, desataron versiones en el sentido de que al interior de esa Federación había una gran división y que Cebreros sería desplazado en lo inmediato.

Aquel 22 de agosto de 1968, en las páginas de Excélsior se publicó un desplegado del Colegio de Profesores de la Facultad de Ciencias de la UNAM, específicamente de la Unión de Profesores del Plantel Justo Sierra de la Escuela Nacional Preparatoria.

En el desplegado manifestaron su “solidaridad y apoyo a la Declaración pública del Consejo Universitario, aprobada en su sesión extraordinaria del día 15 de agosto (de 1968), en la que se recogen las demandas que la propia institución, amplios sectores de la comunidad universitaria y otros centros de educación superior han planteado al gobierno de la República para superar la crisis que afrontamos actualmente”.

En el contexto del Movimiento Estudiantil, en la Ciudad de México los habitantes de ésta empezaron a tener un panorama habitual: camiones de transporte público pintarrajeados por jóvenes, y esos mismos vehículos despintados por sus choferes.

Por eso, Mario Rojas Avendaño, un chiapaneco revolucionario que combatió con el Ejército Libertador del Sur, el de Emiliano Zapata, y luego se sumó a Venustiano Carranza y que murió en 1975, salió a las calles de la ciudad y a partir de una especie de encuesta armó una nota para Excélsior colorida y equilibrada de lo que sucedía con los camiones de transporte.

Los estudiantes pintan y los camiones borran. Los estudiantes vuelven a pintar y los camioneros a borrar.

Y este estira y afloja que los habitantes del Distrito Federal contemplan atónitos a la par que un tanto divertidos, se realizan las 24 horas de cada día, como uno de los episodios pintorescos del Movimiento Estudiantil”, se lee en el inicio del texto de Rojas Avendaño.

Y después la pregunta única que hizo a varias personas:

¿Quién tiene la razón en la porfía?”

El ama de casa que utiliza los vehículos colectivos para hacer las compras o lleva a sus hijos a la escuela, nos dice:

-Los camiones embadurnados se ven muy feos. ¿Qué dirán los extranjeros que por centenares visitan la ciudad diariamente?

El empleado burócrata se encoge de hombros y replica a nuestra pregunta:

-Es mejor que los pinten y no los quemen. Cuando menos podemos usarlos para llegar puntualmente a nuestro trabajo.

El obrero, que desde muy temprano utiliza a los vehículos públicos para trasladarse al taller o a la fábrica, contesta a la pregunta, preguntando:

-¿Quién tiene razón, los que pintan o los que despintan?

Un maestro nos dice: Los que pintan realizan un acto positivo; los que despintan, un acto negativo. Yo estoy con los primeros.

Un estudiante politécnico justifica el hecho, brocha en mano diciendo:

-Para nosotros éste es un medio de expresión de nuestra posición y de los que pedimos y exigimos; solamente con letreros pintados en los camiones y en las paredes podemos comunicarnos con el pueblo e informarle de nuestro conflicto…”

Ese jueves 22 de agosto, el afamado jurista Alfonso Trueba escribió en las páginas editoriales de Excélsior un texto que tituló: “Hora de cambios: El hacha sobre la raíz”.

 

 

Los camiones quedaban con los cristales rotos.

 

En este texto hace alusión al inicio del Congreso Eucarístico de Bogotá, donde el cardenal Giacomo Lercaro  dijo unas palabras de San Juan Bautista, “Mirad que ya el hacha está puesta sobre la raíz y el que ha de venir tiene el bieldo en su mano para separar el grano de la paja”.

Con ese preámbulo Trueba escribió que ese pasaje evangélico “no podía ser más oportuno. En México ya se oyen los golpes del hacha sobre el árbol. Que un cambio se avecina parece ser una opinión generalizada. ¿Qué clase de cambio?

En las últimas semanas ha habido incitaciones a la violencia. Sus autores esperan que, como en Francia, la gente acudiera luego a su llamado; pero sus esperanzas se han visto frustradas… por ahora. Esto significa que la mayoría rechaza los medios violentos: No quiere decir que esté contenta. Interpretarlos de esta manera sería un grave error.

El ‘México 68’ se halla inquieto. Los motivos son obvios. Las nuevas generaciones se encuentran ante fórmulas caducas. Es llegada la hora no sólo de revisar dichas fórmulas sino de un profundo cambio moral que se traduzca en una renovación política”.

 

cva

 


Source: Excelsior

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