Un partido hundido intenta culpar a Morena para revivir políticamente
Toluca, Méx.- El dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, volvió a encender discursos estridentes durante la toma de protesta de las nuevas dirigencias municipales en el Estado de México, en un intento desesperado por recuperar relevancia política en un país que, precisamente, dejó atrás al priismo por décadas de corrupción, abusos y abandono social.
Desde el templete, “Alito” acusó a Morena de no tener nada que celebrar y exigió que el movimiento “pida perdón al pueblo de México”. Sin embargo, el reclamo proviene del partido que construyó la estructura política más cuestionada del país: el mismo que dejó crisis de inseguridad, redes clientelares, endeudamientos históricos, gobernadores prófugos y escándalos multimillonarios.
Mientras el priismo insiste en colocar a Morena como el causante absoluto de todos los problemas nacionales, evade un tema elemental: gran parte de la crisis institucional, económica y social del país nació precisamente en los gobiernos del PRI que por décadas administraron —y deterioraron— las instituciones encargadas de la justicia, la seguridad y el bienestar.
Moreno acusó a Morena de duplicar la deuda, cuando fue el PRI quien dejó estados quebrados; habló de inseguridad, cuando su partido permitió que cárteles crecieran bajo complicidades documentadas; criticó la falta de medicamentos, olvidando el desfalco histórico al sector salud cometido durante administraciones priistas en varios estados.
El líder del tricolor incluso aseguró que el PRI “dará clases de buen gobierno”, olvidando que su partido dejó una lista larga de mandatarios señalados por corrupción: desde desvíos multimillonarios hasta vínculos con el crimen organizado. El priismo mexiquense, que Alito presume fuerte, es el mismo que perdió el estado después de casi 100 años de control político.
En un mensaje desafiante, Moreno dijo que en 2027 Morena será derrotada con “la fuerza del priismo mexiquense”. Sin embargo, las urnas de 2023 contaron otra historia: la ciudadanía decidió cerrar el capítulo priista en la entidad, harta de promesas recicladas y estructuras que beneficiaron a unos cuantos.
El PRI asegura ser la única oposición real, pero sus llamados suenan más a nostalgia de un poder que ya no volverá con discursos inflamados, sino con resultados y credibilidad… dos cosas que el partido perdió hace mucho.
Hoy, mientras Morena gobierna y enfrenta desafíos reales, el PRI opta por su viejo estilo: atacar para sobrevivir. Pero en un país que ya despertó políticamente, ese viejo truco parece tener cada vez menos eco.
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