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lunes, mayo 26, 2025

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El arsenal del miedo

Por Rodrigo Romo Lorenzo

 

 

 

¿Por qué insistir en el tema de la violencia de género? Por lo siguiente. Mientras las diferentes autoridades hacen el esfuerzo por darle un giro a las cifras terribles y pretender que están haciendo algo, las mujeres que caminan por las calles de este país torturado deben aplicar todo tipo de estrategias para mantenerse a salvo. Son las adaptaciones darwinianas necesarias en un entorno hostil. Escucharlas nos permite ubicar el problema en su justa dimensión y marcar la distancia con quienes se atrincheran detrás de una estadística tendenciosa en vez de hacer algo por resolver la situación.

Algunas, como Citlali, Rita, Soleil, Carmen y muchas más, se afilian a una versión torcida de la mercadotecnia para disminuir la atención sobre sus personas: se tatúan y pintan el cabello de colores porque son más fáciles de identificar y no sirven para la trata de personas; lo traen corto porque es más fácil escapar. Redondean el paquete con una actuación de Ofelia para tiempos modernos, en la cual fingir locura, transmitir una actitud agresiva o estar pronta para gritar improperios y lanzar escupitajos sirve de mecanismo de defensa.

Otras, como Mina, Karen, Sandra, Nina y miles más, hacen acopio de cuanto instrumento pueden para defenderse de manera directa: llevan las llaves en las manos como sucedáneo de garras; tienen al alcance inmediato navajas, cutters, clavos, tijeras o cualquier cosa puntiaguda para causar el mayor daño posible y marcar en el rostro a los agresores; aprenden técnicas de defensa personal, cuando logran encontrar el espacio y los recursos para ello, y están determinadas a usarlas si las llegan a asaltar. Llevan gas pimienta, Tasers, palos o bates de béisbol, piedras pesadas dentro de un calcetín, zapatos con casquillo, trozos de asfalto, martillos. Hay una gran preferencia por los zapatos bajos o tenis para correr y escapar cuando la circunstancia obligue.

Diana, Coral, Laura, Celeste y Fernanda encabezan a las que van un paso más allá y racionalizan el horror. Voltean a las cámaras del C5 para que puedan identificar fácilmente su rostro o se toman selfies antes de salir de sus domicilios para el mismo propósito; comparten su ubicación en tiempo real con sus seres queridos; graban sus traslados por videconferencia o aplican la tecnología de las etiquetas inteligentes.

Todas ellas caminan del lado opuesto de la calle, para ver venir el flujo de vehículos; no usan audífonos en público para atemperar el estado de ánimo; cambian sus rutas, horarios, rutinas; entrenan y se preparan para el evento potencial, ominosamente en el horizonte; extienden su apreciación situacional a todo lo que las rodea. Cada día implica prepararse para una batalla y aceptar la posibilidad de no regresar jamás. Es repasar una ecuación con demasiadas incógnitas cada mañana, tarde o noche.

Esta descripción de una de las regiones del Infierno no es más que una mera muestra de la circunstancia que experimentan las mujeres de nuestro país. Es necesario entender y aceptar la incompetencia monumental e histórica de las autoridades para orillar a la mitad de su población a semejante estado. No es sustentable la vida en sociedad cuando cada día tiene una probabilidad distinta y lejana de cero para que ocurra un evento que destruya  existencias, como mujeres y como familias.

Por eso molestan los versitos fatales de las conferencias de prensa, en las que siempre están “investigando hasta las últimas consecuencias, con todo el peso de la ley, para que la impunidad no ocurra y se castigue a los culpables”, que preceden al silencio polvoso de los pasillos de la burocracia. Por eso molestan las declaraciones triunfalistas acerca de la disminución de unas cifras, transformadas en otras por medio de las intervenciones mágicas y místicas de la agenda política. Por eso molesta la colusión de los funcionarios públicos con los criminales que dañan a las mujeres.

Cabe entonces preguntarle a quien hoy detenta el poder si acaso tuvo miedo al recorrer la distancia a su trabajo; si tuvo que recurrir a alguna estrategia de adaptación o defensa, como  millones de mujeres deben hacerlo aquí y ahora, o si solamente se le aparece la realidad cuando los grupos criminales asesinan a sus colaboradores cercanos y destruyen la fantasía de sus discursos.

A este país le urgen respuestas honestas.

Orange shoes are displayed under a Christmas tree as a symbol against violence against women in Cologne, Germany, on November 25, 2024, during International Women’s Day (Photo by Ying Tang/NurPhoto via Getty Images).

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