Olimpismo III de III

Los JO de Río, han dejado reflexiones sobre el papel que juega el Estado y la sociedad en la promoción del deporte y la cultura física en el país. Recién terminada hace días la justa olímpica, nos encontramos con que la delegación mexicana en Río obtuvo cinco medallas; dos medallas fueron de bronce, en pentatlón moderno y boxeo, tres de plata en clavados, atletismo y taekwondo, ocupando el lugar 61.

Ésta es una de las peores actuaciones de una delegación mexicana en JO, tan sólo superada por el lugar 74 ocupado en Atlanta 96 y por los JO de París 24 y Amsterdam 28, en donde no se obtuvieron preseas. Si bien el desarrollo del deporte de una nación no se puede medir por el número de medallas que se obtienen en los JO o en un campeonato mundial, también es cierto que pueden servir de indicadores sobre el desempeño de sus atletas y sobre las políticas públicas que las autoridades instrumentan para el fomento y promoción del deporte, y la pregunta surge, ¿quiénes son responsables de la promoción y fomento del deporte?

Según la Ley General de Cultura Física y Deporte, en su artículo 9 indica que la Conade y la SEP tendrán la responsabilidad de “integrar el Plan Nacional de Cultura Física y Deporte, con base en un diagnóstico nacional, estatal y municipal…”. La misma Ley, en su artículo 10, señala que para el fomento y estímulo de la cultura física y de la práctica del deporte, existirá un Sistema Nacional del Deporte, órgano colegiado integrado por las dependencias, organismos e instituciones públicas y privadas, sociedades, asociaciones nacionales y consejos nacionales del deporte estudiantil.

La práctica del deporte en México es un asunto de competencias mixtas, tanto del sector privado como del sector público. El artículo 11 señala que dicho Sistema estará integrado por la Conade, órganos estatales y municipales, el COM y las Asociaciones Deportivas Nacionales, entre otros. Según información del portal de la SHCP, el presupuesto que otorga anualmente el gobierno al deporte, a través de la Conade o de diversos subsidios, se ha visto reducido hasta en 60% en los últimos tres años. El monto otorgado en 2013 ascendió a siete mil millones de pesos, en la actual administración fue reduciéndose hasta llegar a dos mil 800 millones de pesos en este 2016.

Se entiende que el recorte presupuestal al deporte responde  al escenario en el cual el gobierno ha recaudado menos recursos a partir de la caída en el precio del petróleo. Sin embargo, las historias que nos cuentan los propios
atletas ganadores de medallas, como la del pugilista Misael Rodríguez, medalla de bronce y quien tuvo que “botear” para sortear sus gastos de traslado a Río y tuvo que pedir prestado el uniforme con el que compitió porque recibió uno que no le quedaba, de lo único que nos habla es de una severa falta de organización, de una falta de atención en los detalles y en la logística que ponen en riesgo el esfuerzo de años de los propios atletas. Y esa es responsabilidad directa de los federativos, no del gobierno federal.

En este sentido, los resultados obtenidos por la delegación mexicana que participó en los JO es, por supuesto y en primera instancia, mérito de cada uno de los atletas que ganaron medallas olímpicas gracias a su esfuerzo personal, y a los cuales desde esta columna felicitamos calurosamente, pero también son responsabilidad de los diversos actores sociales involucrados, directa o indirectamente, en el desarrollo del deporte. Como cada cuatro años, la opinión pública analiza y reflexiona sobre lo sucedido, pero tal vez sea momento de voltear a las federaciones y asociaciones deportivas, ejercer el escrutinio necesario para preguntar cómo y de qué forma ejercen los recursos que brinda el Estado mexicano para la formación de nuestros atletas olímpicos.