La cultura de facilidad ha ganado popularidad entre muchos jóvenes, quienes optan por un individualismo excesivo.
En la sociedad actual, estamos constantemente expuestos a diversas ideologías que nos animan a vivir de forma despreocupada. Esto implica sumergirnos en una realidad en la que todo se presenta de manera superficial, desde la comida y las bebidas hasta la convivencia social y las actividades de ocio. En resumen, nos invitan a no buscar trascendencia, a evitar complicaciones y a no utilizar el pensamiento crítico.
Esta tendencia, si así se puede llamar, ha tenido un gran impacto en el comportamiento de muchos jóvenes, a quienes se les ha denominado "cultura Light". Esta cultura se ha infiltrado en la personalidad de muchos, generando un individualismo exagerado, una búsqueda inmediata de satisfacción, el desprecio por los demás y una falta de profundidad a la hora de abordar temas. Estos jóvenes viven en una falta de sentido, dejándose llevar por lo más fácil y cómodo, sin encontrar un propósito claro.
Un lema más de esta "cultura" es "haz lo que quieras", una frase que lleva a un comportamiento desenfrenado que sofoca la esperanza y se dirige hacia el nihilismo, es decir, hacia la nada. Se trata de un mensaje que transmite la idea de que nada importa, nada vale la pena, nada tiene sentido, y tantas consignas similares que solo conducen a la desaparición de los ideales y de la importancia de trascender.
Esta mentalidad de "facilidad" ha permeado en diversos ámbitos de la sociedad, convirtiéndose en una forma de pensar en la que todo está permitido sin importar el bienestar común. Además, el aceptar todo resignadamente ha llevado a las personas a caer en un consumismo excesivo, es decir, buscar la felicidad y la realización únicamente en lo material. En este contexto de ideologías negativas que menosprecian la dignidad humana, es importante que cada individuo no se quede de brazos cruzados, sino que siempre siga adelante con ideales sólidos, metas elevadas y, sobre todo, la convicción de que hemos sido creados con un propósito. El desafío consiste en encontrar la verdadera felicidad a través del esfuerzo, la lucha constante, el trabajo y, sobre todo, la confianza.
Es importante resistir la mentalidad egocéntrica de algunas personas y contrarrestar la cultura opresiva de valores. Debemos promover la civilización del amor, que implica enriquecer nuestra vida espiritual y permitir que nuestra inteligencia alcance su máximo potencial. Esto implica encontrar la verdad a través de los sentimientos de amistad y amor, que se demuestran en actos de generosidad diarios. Reconocer que las relaciones humanas son nuestra principal vocación nos lleva a asumir nuestras responsabilidades, como participar en la vida política, buscar el bien común, promover la justicia social y respetar la dignidad de cada persona. También debemos fomentar valores positivos.
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