Ella le pidió que no le dijera adiós… él le dijo “hasta al ratito”.
El candidato por Morena a la presidencia municipal de León, Ricardo Sheffield, recordó el triste episodio en su vida cuando falleció su mamá hace 30 años, justo cuando él se encontraba realizando su maestría en Derecho Internacional Privado en la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard.
“Era una mujer de un carácter muy enérgico, chaparrita, chaparrita, como un tapón de sidra”, recordó con humor sobre su estatura que apenas pasaba el metro y medio; sin embargo, consideró su fuerte carácter compensaba su estatura.
Su madre falleció a causa de cáncer de mama, enfermedad que Sheffield consideraba muy prevenible porque tenía que ver con la autoexploración –lo cual hoy en día las mujeres realizan sin problema–, sin embargo, reconoció que en las zonas rurales, por la idiosincrasia y la cultura, las mujeres de mayor edad no lo veían bien.
“En consecuencia, cuando a mi mamá ya le detectan los tumores que inicialmente fueron quistes, ya estaba muy avanzado. A mi mamá le da cáncer a los 42 años y sobrevive por ocho años, con varias intervenciones e incidentes y, finalmente, muere de 52 años”, relató.
En entrevista con un medio local, el candidato relató que recibió una llamada telefónica de su papá, situación complicada de realizar en los dormitorios de la universidad estadounidense, pues “casi tenías que hacer cita para poder estar en la caseta”; en la llamada, su padre le pidió que regresara a México para celebrar el Día de las Madres.
“Le dije: oye papá, estoy en medio de exámenes finales de la maestría y, aunque ya no tengo clases, ir y venir a León va a ser un broncón (sic)”, rememora Ricardo Sheffield. “Y me dijo: ‘necesito que vengas’, pero por su tono de voz entendí de qué se trataba, porque yo sabía que estaba mala mi mamá […] pero no sabía qué tan mal”.
Ricardo Sheffield recuerda lo desgarrador que fue ver a su madre enferma. “Una cosa que me impactó y me dolió muchísimo”, confiesa, pues estaba con “la piel pegada a los huesos y un estómago gigantesco; apenas se podía parar; cuando la vi estaba prácticamente irreconocible. La saludé, le di un beso y me tuve que salir a llorar a la calle, porque fue algo muy fuerte […] y no quería que ella viera que me había impactado tanto”, aunque está seguro de que fue un mal actor.
Fueron tres días los que permaneció junto a ella ya que tenía que regresar a la universidad por sus exámenes, pero el día que se despidió, su madre le suplicó que no le dijera adiós, a lo que él solo le dijo: “hasta al ratito”. Sheffield sabe que un día, en cualquier momento, se volverán a ver, lo mismo que a su padre, también fallecido.
