18 años, un montón de amigos, padres y hermanos que lo aman, buena situación económica, estudios, y un futuro prometedor tenía Dylan Jenkin justo antes de cometer el peor error de su vida y tirarlo absolutamente todo por la borda. Juzgar es difícil, sin duda. Pero la realidad es que hoy Jill Pirrie, una mujer de 33 años, enfermera de profesión y madre de un pequeño niño, ya no está en este mundo para curar a los enfermos ni para abrazar a su hijo antes de irse a dormir.
El joven había comprado un vehículo en pésimas condiciones, sin registro, permiso de circulación, ni seguro, a través de una página en internet. Lo vendían en 40 euros y, como tal vez muchos otros adolescentes lo hubiesen hecho, él no dudo en hacer el depósito e ir a buscarlo. Claramente no pensó en las consecuencias que eso le traería. Se subió al auto, comenzó a conducirlo y, de pronto, mientras pensaba en cuánto lo envidiarían sus amigos, divisó a la policía a algunos metros de distancia. Entonces recordó que el coche no tenía autorización legal para circular por la ciudad. La decisión que tomó en ese minuto fue el punto de inflexión. Tal vez no lo pensó más de dos segundos, quizás fue un impulso , pero escogió presionar el acelerador y arrancar.
La policía comenzó a perseguirlo, pero Dylan ya estaba demasiado lejos. Él creyó que había eludido a la justicia, todo estaba en orden. De pronto, mira hacia un lado, se desconcentra y pierde el control del vehículo que se sube a la vereda. La madre de un hijo caminaba por ahí. Fueron sus últimos pasos antes de que el auto le pasara por encima, lanzándola contra una pared y fracturándole las costillas y el cráneo. La muerte fue instantánea.
Dylan, en vez de detenerse y prestar ayuda. Volvió a escapar. Esta vez, su decisión tendría consecuencias irreversibles. Se fue a su casa, pero el cargo de consciencia era tan grande que lo obligó a entregarse a la policía.
“No fue mi intención matarla”, señalaría días más tarde ante el mismo juez que lo condenó a 6 años de prisión por cuasi delito de homicidio.
Pero claro, con o sin intención, el daño estaba causado y era irreparable. ¿Qué le dirían al pequeño niño que nunca más vería su madre? ¿Un chico de 18 años que arrancó de la policía mató a tu madre pero fue sin intención? No, no sirve.
No le sirvió al juez, ni a la madre fallecida, ni al pequeño niño que será huérfano para siempre.
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Post y Contenido Original de : UPSOCL
Escapó de la policía y acabó matando a una mujer en plena calle. Vivirá con la culpa para siempre
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