Los castigos físicos que los padres o tutores propinan a los niños a manera de “correctivo” por alguna travesura o acto reprobable les puede provocar depresión y otros trastornos mentales a los infantes, eso reveló un estudio elaborado por la Universidad de Michigan, Estados Unidos. Los castigos corporales causan daños a largo plazo, resaltó, y la universidad lamentó que es una práctica común en muchos hogares sin que se sepa el daño provocado a los pequeños.
En pocas palabras, este “acto de disciplina“, en realidad hace que el niño confunda amor con violencia, según la investigación.
Por eso, el estudio recomienda que estos castigos físicos como forma de educación para niños sean incluidos en la categoría de abusos físicos y emocionales, pues son similares a otras experiencias negativas en la infancia.
De acuerdo con la investigación, los niños que son más golpeados tienen mayores posibilidades de convertirse en adultos deprimidos, además de que intentarán suicidarse y abusar el consumo de alcohol y otras drogas.
Alrededor de ocho mil 300 adultos de entre 19 y 97 años respondieron a diversos cuestionarios sobre las experiencias negativas sufridas en su infancia y los problemas de salud física y mental padecidos en la edad adulta.
El resultado fue que el 55 por ciento de los participantes dijo haber sido golpeado en su niñez y fue el mismo grupo que presentó más probabilidades de caer en depresión o enfrentar otros trastornos mentales.
Desde abril de 2019, un estudio elaborado por las universidades de Texas y de Michigan, publicado en Journal of Family Psychology, reveló que los golpes para educar a los niños no funcionan y tienen efectos negativos para su desarrollo.
En el estudio participaron 160 mil niños y la investigación duró más de cinco décadas, donde concluyeron que cuanto más se les pegue a los niños más desafiarán a sus padres, serán antisociales, agresivos, sufrirán problemas de salud mental y dificultades cognitivas.