Primero Editores | Estefanía Antonio
La pandemia por COVID-19 ha cobrado la vida de millones de personas en el mundo, las rutinas han cambiado y todos tuvimos que adaptarnos a una “nueva normalidad”, donde los abrazos y la cercanía física se han vuelto por primera vez una posible amenaza.
Muchos hemos sido quienes hemos perdido amigos y familiares a causa del virus, y sin duda, una de las partes más difíciles de afrontar son el proceso de duelo y despedida.
Los rituales, la velaciones y los entierros han cambiado, pero los panteones siguen recordándonos que ya sea por COVID-19 o no, todos podríamos algún día pisar el camposanto.
Tal es el caso del Panteón General “La Soledad” de Toluca, donde además de contemplar el enigmático ambiente a causa del COVID-19, también podemos encontrar decenas de historias del siglo pasado, que nos recuerdan que la muerte también es cotidiana.
Se tiene registró que en dicho panteón, la tumba más antigua es de 1883 y el certificado de derechos de perpetuidad más viejo es del año 1892.
Es por eso que a más de 100 años de haber sido creado, el Panteón “La Soledad”, cuenta con tumbas de personajes que han generado leyendas entre los pasillos.
Entre las más populares se encuentra la de Rosario Morales, mujer de 30 años que murió dejando a sus tres hijos pequeños. Por tanto, su esposo le construyó un monumento con una paloma muerta al caer de un árbol y a sus tres pequeños palomitos alrededor de ella.
Otra de las leyendas más impactantes es la del General Juan Mirafuentes, un hombre que se cuenta, no aceptó su muerte e intentó salir varias veces de su tumba.
Se dice que destacaba por su crueldad e inimaginables torturas por las que hacia pasar a su enemigos. Pero cuando murió, a la mañana después de ser sepultado, uno de sus brazos sobresalió de entre el montículo de tierra donde estaba sepultado.
Los encargados del panteón cubrieron su tumba con piedras pero Juan Mirafuentes seguía intentando escapar. Fue así que lo trasladaron al Panteón General en donde se le realizó un monumento en su honor.
Por otro lado, se cuenta también la historia de un grupo de personas de nacionalidad alemana, que fallecieron a causa de una terrible intoxicación en Toluca.
Ellos, al visitar la ciudad, fueron invitados a comer carnitas de puerco, las cuales al ingerirlas les provocó una grave intoxicación, por lo que 14 de ellos murieron. Por ello, el gobierno de Toluca les destinó un espacio dentro del Panteón “La Soledad”
La pregunta es, ¿cuáles serán todas las historias que surgirán a partir de esta pandemia?
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