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martes, septiembre 24, 2024

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Escritores entrevistados para el futuro

Revisar periódicos y revistas de hace siglos o hace décadas son lecciones de vida interesantes. El periodismo es uno de los géneros de la literatura que merecen mucho de nuestro reconocimiento. No debemos de ver una revista semanal o mensual como si sólo abarcara ese instante: los siete días o los 31 de dicho lapso conque el hombre cuenta el tiempo de vida. El periódico es un documento, que cuando se escribe con la pasión de los grandes periodistas es material invaluable para toda investigación. No sólo es escuela para el ensayista, campo donde cae de manera natural por su hechura y la cotidiana labor de escribir en particular columnas periodísticas o artículos de fondo, que le permiten estar constantemente reflexionando sobre los hechos de la vida en el presente.

Interesantes son las entrevistas sobre aquellos que destacan por su posición en la política, para bien o para mal, y de igual manera destaca la presencia de aquellos que fueron entrevistados por ser brillantes escritores, entre los cuales aparecen: Rudyard Kipling, Émile Zola, Mark Twain, Óscar Wilde, León Tolstoi, Scott Fitzgerald, Samuel Beckett, Stefan Zweig, Eugene O’ Neill, Dylan Thomas, Ernest Hemingway, Norman Mailer, Vladimir Nabokov, Arthur Miller y varios más… La lectura de dichas entrevistas se constituye como una maestría en literatura si se hace con sumo cuidado. Porque no hay mejor maestro que aquél que hizo de su vocación pasión y labor cotidiana por alcanzar a escribir en los diversos géneros de las letras, y en este caso el libro Las grandes entrevistas de la historia, en edición de Christopher Silvester, publicado por Editorial Aguilar en el año 2013, es un regalo a la mente, a los hechos del corazón, a la búsqueda de la imaginación, que nos habla de cosas diversas con respecto a la visión y praxis de los políticos del siglo XX que tantas lecciones sobre el Estado, la toma del poder y lo que el pueblo vive por sus revoluciones o por sufrir las injusticias de los colonialistas sobre sus países de origen.

La fecha del 8 de septiembre de 1887, en que se entrevista a Robert Louis Stevenson, para The New York Herald, cuenta sobre su famosa novela El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, aparecida en 1886: —Bueno, se trata de algo que nunca ha sido adecuadamente explicado. En cierta ocasión andaba muy necesitado de dinero, y decidí que tenía que hacer algo. Le di vueltas y más vueltas, intentando encontrar un tema sobre el que escribir. Durante la noche, la historia se me presentó en forma de un sueño. No exactamente como la escribí con posterioridad, ya que en los sueños siempre aparecen cosas estúpidas, pero a todos los efectos vino a mí como un regalo. Y lo más curioso de todo es que tengo por costumbre soñar historias. El privilegio de nacer escritor, un clásico de las letras inglesas, que nació en Edimburgo en el año de 1850 y que murió en 1994, muriendo por la tuberculosis, que en la mitad del siglo XIX era la más común forma de morir de los hombres en Europa. El reportero de The New York Herald que realiza la entrevista señala sobre sus libros: Stevenson comenzó a escribir ensayos y relatos cortos para las revistas. A continuación, vino una popular serie de novelas de aventuras; La isla del tesoro (1883), Raptado (1886), El señor de Ballantrae (1889) y como aparece en párrafo anterior, el Extraño caso…, tal y cual sucede con los escritores los lugares donde se les aparecen sus personajes durante las 24 horas del día pueden ser de lo más raro, esto dice Stevenson: ¡Deacon Brodie! Desde luego eso no lo soñé, pero en la habitación en la que dormía de niño en Edimburgo había un armario, un hermoso trabajo salido de las manos del diácono Brodie original. Cuando tenía alrededor de diecinueve años escribí una especie de melodrama de misterio que permaneció guardado en mi arcón hasta que lo repescó mi amigo W. E. Henley, que creyó ver algo en él.

Escritores entrevistados para el futuro. Así deberían de llamarse toda entrevista que se hace para el presente. Quizá su valor sea más grande de lo que puede aportar en ese presente cuando es publicada. Leo el encuentro de los genios de la literatura, la entrevista hecha a Mark Twain por parte de Rudyard Kipling, para Sea to sea, en el año de 1889. Revivirlos ha de ser un privilegio. Como sentar juntos en una entrevista a Pablo Neruda con Jorge Luis Borges, o a Gabriel García Márquez con Mario Vargas Llosa. O por el buen camino a Alfonso Reyes con Pedro Enríquez Ureña o a Jorge Luis Borges con Alfonso Reyes, y a Emile Cioran con Octavio Paz. Es decir, estos momentos mágicos donde como sucede con Mark Twain y Rudyard Kipling se encuentran en este año 2020 teniendo una charla que es presente para decirnos de su especialidad: las letras y las palabras que crean mundos y formas de existencia. En las referencias biográficas sobre Mark Twain se dice: Era el seudónimo literario de Samuel Langhorn Clemens (1835-1910), escritor norteamericano nacido en Misuri. Trabajó como impresor, piloto fluvial en el Misisipi (mark Twain era el grito del hombre encargado de sondear la profundidad del agua y significaba la marca de dos brazas) y buscador de oro, antes de editar un libro en Nevada. Se trasladó a San Francisco, donde empezó a publicar colecciones de sus bocetos cómicos. Uno de los escritores emblemáticos de Estados Unidos es Mark Twain —otro en narrativa—, es Edgar Allan Poe. Sin duda el poeta de América Walt Whitman, representan ese siglo XIX con tantos logros en las letras inglesas a partir del nuevo continente.

Relata el entrevistador que lo único que quiere es conocer al famoso escritor norteamericano: —El señor Clemens acaba de marchar a pie hacia la ciudad. Está en casa de su cuñado. / En tal caso estaba a un tiro de piedra. La persecución no había sido en vano. Salí de allí a toda velocidad y el conductor, batallando con el volante y jurando en varios idiomas, consiguió llegar a la base de la Comalina sin mayor percance. Fue en la pausa que se produjo entre el momento en el que pulsé el timbre del cuñado y la respuesta a la llamada cuando se me ocurrió pensar por primera vez que cabía la posibilidad de que Mark Twain tuviera cosas más importantes que hacer entre tener a lunáticos escapados de la India, por pletóricos de admiración que se mostraran. Y además en la casa de otra persona… En fin, ¿qué había venido yo a decirle? Supongamos que el cuarto de estar estuviera lleno de gente, supongamos que hubiera un bebé enfermo, ¿cómo iba a explicarle que lo único que quería era estrecharle la mano? Toda entrevista tiene prólogo, lo que cuenta Kipling es prueba de ello.

Las cosas que suceden son anécdotas, de las cuales se puede hacer varios libros. Esto lo saben miles de entrevistadores a través del tiempo. En el año 2020, pueden contar anécdotas una por una. Rudyard Kipling cuenta: Al leer sus libros había intentado hacerme una idea de su personalidad: todas mis ideas preconcebidas estaban equivocadas y quedaban muy por debajo de la realidad. Bendito el hombre que no sufre una desilusión cuando se encuentra cara a cara con su escritor más reverenciado. Era un momento para atesorarlo; ni pescar un salón de seis kilos podía comparársele. Había conseguido hincarle el anzuelo a Mark Twain, y él nos estaba tratando como si, bajo ciertas circunstancias, pudiera ser su igual.

Cuán bello es esto. Me recuerda cómo era difícil Octavio Paz con aquellos que le buscaban para entrevistarle: Yo no soy para hablar, el escritor está para escribir, no para hablar. Y de esta manera se alejaba dejando desilusionado al reportero.

Mientras que el encuentro de dos grandes se realiza bajo estos auspicios de alegría y fortuna literaria. Dice Kipling en la entrevista: —Buena parte de la vida en el Misisipi es autobiográfica, ¿no es así? Pregunté. / —Tanto como es posible que lo sea cuando un hombre escribe un libro acerca de sí mismo. Pero en una autobiografía genuina creo que es imposible que un hombre cuente la verdad sobre sí mismo, como imposible es que consiga impedir que el lector perciba la verdad. Hombre justo y honesto al decir esto, lo es Mark Twain, el escritor serio no puede engañar diciendo que puede todo.

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