Hoy Estado de México – diciembre 15, 2020
Cuatro sillas vacías fueron colocadas frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua, para recordar la ausencia de Marisela Escobedo, quien hace 10 años fue asesinada en ese mismo lugar, mientras exigía justicia por el homicidio de su hija Rubí.
Se trata de una vigilia organizada por agrupaciones de la sociedad civil, encabezadas por el Centro de Derechos Humanos para las Mujeres (Cedehm), como parte de varias actividades para mantener viva la memoria de Marisela, y continuar con la petición de justicia al Estado Mexicano.
El 16 de diciembre de 2010, Marisela Escobedo se manifestaba por el feminicidio de su hija; llevaba varios días plantada frente a la sede del gobierno local. No se movería de ahí hasta que el asesino de su hija estuviera en prisión. Sin embargo esa noche, un hombre se bajó de un auto, caminó hacia ella y la mató de un disparo a la cabeza.
Escobedo fue una enfermera que tuvo que convertirse en activista e investigadora. Encontró al asesino de su hija pero las autoridades lo dejaron libre. Las desafió, enfrentó a grupos criminales, marchó desnuda solo cubierta con la foto de su hija para ser escuchada, recorrió el país y nada la detuvo hasta el día en que la asesinaron.
Hasta hoy, el Estado mexicano no ha ofrecido a la familia de Escobedo —que vive en el exilio— justicia, reparación de daños o disculpas.
Pero su caso ya está en manos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y tiene una última oportunidad.
Marisela representa la lucha de las madres mexicanas, en un país donde cada día 10 mujeres son asesinadas.
Es una inspiración para miles de mujeres que han levantado sus puños y su voz para manifestar su hartazgo. La admiración que sentimos por ella es el resultado del documental Las Tres Muertes de Marisela Escobedo producido por VICE y Scopio, y que se estrenó en Netflix.