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Filosofía, educadora de vida

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Filosofía, educadora de vida

Naveguemos con Sor Juana leyendo su biografía, que son los tres documentos citados a lo largo de estos escritos. No hay duda de que con ella estamos delante de una estudiosa de la filosofía, y es bueno reflexionar en los tiempos en que vivió. Cuando España vivía el Neomedioevo, país imperial que se negaba a tomar las ideas progresistas y ejemplo de nuevos gobiernos que a partir de Inglaterra, llaman a nuevas formas de gobernarse; tomando en cuenta la representación del pueblo, fuera esto, a través de monarquías parlamentarias: forma que el siglo XVII tomó ejemplo de Inglaterra, y apaciguó mucho los movimientos populares en contra de las monarquías. No fue así en España, que cerrada a todo cambio habría de sufrir a principios del siglo XIX derrotas en todo el continente americano. ¿De dónde los conocimientos filosóficos de Sor Juana Inés, que libros prohibidos habrá leído para tener un pensamiento filosófico excepcional? Pensamiento que en los tres documentos que cito reflejan que bien sabía las debilidades de quienes la juzgaban —pero a la vez—, bien que sabía el peligro mortal que corría, al hacer que sus Reverendas Autoridades de la Iglesia terminaran por tomarla contra ella.

En la Carta de Monterrey aparece la sombra que le ha de alcanzar casi 10 años después. Sombra vestida con textos de las Sagradas Escrituras, que no le ha de perdonar su sabiduría y defensa basada en ideas irrefutables sobre lo que en el pasado hicieron los Santos y todas aquellas mujeres que son el orgullo de la religión que profesa.

Leo en su texto de 1681: Porque, ¿qué cristiano no se corre de ser iracundo a vista de la paciencia de un Sócrates gentil? ¿Quién podrá ser ambicioso a la vista de la modestia de Diógenes Cínico? ¿Quién no alaba a Dios en la inteligencia de un Aristóteles, y en fin, ¿qué católico no se confunde si contempla la suma de virtudes morales en todos los filósofos gentiles? Aprender de los pensadores que la historia ha ido registrando y enseñan con sus escritos o su comportamiento lo que es una vida ética y moral ejemplar. Por eso es tan importante la vida del filósofo Sócrates, pues resume los principios de un humanismo que pone por encima los valores éticos y morales, el comportamiento filosófico que no transige con modas ideológica, y que dice un día una cosa y al siguiente se contradice diciendo o haciendo lo contrario. Típico comportamiento cotidiano de los que se dicen políticos y no son más que el vaivén del pragmatismo que corrompe alma y vida de la comunidad.

Sor Juana sustenta su preparación en el mundo de la filosofía, los estudios teológicos son ejemplares y de ello da prueba con su Carta Atenagórica que los estudios públicos no han felicitado tanto de hacerle necesario su estudio. En todo caso, leemos la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, pero no vamos a la raíz del conflicto, que habla de una mujer que se atreve a demostrar que el sapientísimo padre Antonio Vieyra es un sofista engañados de los demás, pero aún, de sí mismo, que es en filosofía el peor pecado que se puede tener. Engañarse a sí mismo es el peor pecado de cualquier estudioso en las diferentes áreas del conocimiento humano. De ello habla el filósofo y economista Carlos Marx, al decir que lo peor que el hombre puede hacer es censurarse a sí mismo cuando de decir la verdad se trata. Es decir, escribir sin ponerse limitaciones por el qué dirán, por el temor a ser perseguido o negando las propias cualidades y libertades de expresión que son propias del ser humano, como una conquista irrefutable en el individuo.

Pobre de la estudiosa que era interrumpida en sus lecturas, vocación de vida como lo fue para Jorge Luis Borges, o para el poeta Alí Chumacero, que se pasó más de cinco décadas en el Fondo de Cultura Económica revisando y corrigiendo libros de diversas asignaturas. Siendo uno de los poetas más admirados, no fue sólo la vocación por la literatura lo que le tuvo en ese trabajo de editor que pone en el cuidado de libro sus mayores talentos. Por eso insistía que más que poeta era un cuidadoso, fraternal y paternal editor de textos. Jorge Luis Borges y Alí Chumacero son ejemplos de lo que debe ser un lector de vida. Ejemplo también lo es nuestros sabios Alfonso Reyes y de Rosario Castellanos si debemos de pensar en una mujer que, ciertamente, se acerca al ejemplo de Sor Juana Inés de la Cruz por su interés en la filosofía, que no sólo en las letras y la academia.

Por eso Sor Juana con palabras sencillas dice: ¿Por qué ha de ser malo que el rato que yo había de estar en una reja hablando disparates, o en una celda murmurando cuanto pasa fuera y dentro de casa, o peleando con otra, o riñendo a la triste sirviente, o vagando por todo el mundo con el pensamiento, lo gastara en estudiar? Y más cuando Dios me inclinó a eso, y no me pareció que era contra su Ley Santísima, ni contra la obligación de mi estado. ¿Cuánto era molestada —una y otra vez— por aquellas y aquellos, que sólo deseaban chismosear de lo que sucedía cotidianamente en su pequeño mundito? mientras en ella, la vida de los filósofos y teólogos más sabios vagaban a diario en su cabeza; invocándola para que profundizara en el estudio de sus vidas, de la vida de la religión que era su casa y la reflexión seria del ¿qué cosa hacía en este mundo y para qué vino a la vida? Bien injusto fue para la mayor estudiosa de América de aquellos tiempos, el vivir en medio de un ambiente tan aldeano y circunscrito a los hechos que venían del chisme y la rencilla o la envidia.

Sus palabras son elocuentes: Yo tengo ese genio. Si es malo, yo (no) me hice racional, nací con él y con él he de morir. Vuestra Reverencia quiere que por fuerza me salve ignorando: pues amado padre mío, ¿no puede esto hacerse sabiendo? Que al fin es camino para mí más suave. Pues ¿por qué salvarse ha de ir por el camino de la ignorancia, si es repugnante a su natural? ¿No es Dios como Suma Bondad, Suma Sabiduría? Pues, ¿por qué le ha de ser más acepta la ignorancia que la ciencia? Sálvese San Antonio, con su ignorancia santa, norabuena; que San Agustín va por otro camino, y ninguno va errado. Pues ¿por qué es esta pesadumbre de Vuestra Reverencia, y el decir que a saber que yo había de hacer versos, no me hubiera entrado Religiosa, sino casándome?

Destino aciago el de la Décima Musa, el matrimoniarse para que no tuviera oportunidad de leer y más leer. Pues dicha tarea quedaba sujeta a todas las otras tareas que correspondían a una ama de hogar, que lo que menos puede tener es el tiempo y la concentración en cosas que no dejan dinero, riquezas materiales o bienes de fortuna que el esposo bien que sabe valorar, menos los de leer y más leer, menos en preguntar cuánto has ganado de la venta de tus libros: si para tragedia de este país en la Colonia y en los casi dos siglos de independencia del imperio español el lastre del mal hábito de la no lectura nos hace país de analfabetos funcionales.

Cierto, en Sor Juana, sus lectores que teniendo las buenas fortalezas y respeto por los escritores le permitió ese nicho de posibilidades, para lograr ser editada en las últimas dos décadas del siglo XVII, cuando los finales del Siglo de Oro aparecían ya por la desaparición de Miguel de Cervantes, Luis de Góngora o Francisco de Quevedo. Pero los diamantes, aunque sean uno o dos sobre el paisaje de la vida deslumbran a quienes le ven, y ocasionan o admiración o terrible envidia. Sor Juana Inés, la mujer más deslumbrante de la América aparecía como un diamante de muchos quilates. Y sabemos que los rencores de sus enemigos le llevaron a fallecer a temprana vida, pues los 47 que vivió o permitieron hacerle saber en Madrid, Sevilla o Barcelona su obra poética era alabada y reconocida por doquier. Su obra es resultado último del Siglo de Oro, un colofón insuperable para los escritores del siguiente siglo en España.