Home Tinta Roja Ella es La China, una de las atractivas ‘Viudas de la muerte’; ‘Me metí de sicaria para vengar la muerte de mi marido’

Ella es La China, una de las atractivas ‘Viudas de la muerte’; ‘Me metí de sicaria para vengar la muerte de mi marido’

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Ella es La China, una de las atractivas ‘Viudas de la muerte’; ‘Me metí de sicaria para vengar la muerte de mi marido’
La China, una de 'Las viudas de la muerte'

La China, una de ‘Las viudas de la muerte’ y da su testimonio

Aunque las mujeres dentro del narco son vistas como objeto de cambio, en el caso de la China ella decide convertirse en sicaria para vengar la muerte de su esposo.

La guerra entre La Nueva Empresa y los Aztecas terminó con la mayoría de los sicarios que alguna vez pertenecieron al cártel de Juárez, por lo que las mujeres de los pistoleros muertos empezaron a tomar el mando de diversas células criminales que componían a los Aztecas, y han tomado la guerra como “algo personal”, pues han dicho que no descansaran hasta que acaben con todos sus enemigos.

La china, una mujer que perdió a su esposo por el narcotráfico, decide vengar su muerte convirtiéndose en sicaria con apenas 28 años de edad, mientras sostiene un R15, comenta para Río Doce que tiene dos hijos, uno de 11 y otro de 13, a quienes habla como adultos; les dice que si se meten al narco será para vengar la muerte de su padre, si se van con el mando contrario, ella misma los asesinaría.

“A mí me quitaron todo cuando mataron a mi marido; me lo mataron a traición y por eso me metí de sicario, para vengarlo y matar a cuantos traidores pueda, aunque al final a mí también me cueste la vida”, dijo la China, una viuda de un sicario que fue asesinado a mediados de 2019, afuera de un supermercado del sur de la ciudad.

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Es joven, algunos 28 años, y mientras dice lo anterior la China, sostiene un AR15.

Otra de viuda de los sicarios, compañera de la China, también dice que su meta es matar a cuántos traidores queden por ahí, porque es muy grande el daño que les han hecho, incluso, les han asesinado a gente inocente.

“Nos han matado esposos, amigos, familiares, y todo ha sido a traición por su pinchi avaricia de ganar más dinero, pero aquí se acaba todo; o nos matan o los mataban, pero en unos meses sólo un grupo quedará de pie y vamos a ser nosotros”, señala la otra sicaria, quien a diferencia de la China, sostiene un Ak47 en sus manos.

Las mujeres del narco: entre el estereotipo y la discriminación

Lo acontecido en Culiacán, en donde un operativo fallido por parte de las fuerzas de seguridad, para capturar al hijo de Joaquín Guzmán Loera (El Chapo Guzmán, para las amistades), puso nuevamente sobre la mesa el tema del poder que tiene el narco en nuestro país, lo cual también nos permite analizarlo desde muy diversas aristas.

Si bien hay una discusión central en lo que se refiere al tema de la seguridad y la larga y fracasada “guerra contra las drogas” que han instrumentado los gobiernos mexicanos desde hace varios años, hay otras que también deberían colocarse con un destacado nivel de centralidad. Una de ellas es la amplia difusión de la cultura del narco que normaliza y encumbra múltiples tipos de violencias, entre ellas, la que se ejerce hacia las mujeres.

Corridos, películas y narco series han posicionado en el imaginario popular el estereotipo del narcotraficante varón, como la figura central que a pesar de dedicarse a una o varias actividades ilícitas, se convierte en un modelo aspiracional para las nuevas generaciones, que piensan – y no sin razón- que una carrera delictiva es el único modo de salir de la pobreza. Ser narco, sicario, matón, cobrador, secuestrador… son las opciones para que niños y adolescentes decidan su futura y aparentemente, productiva y redituable ocupación. 

¿Y qué pasa con las mujeres?

En la narco cultura, las mujeres cumplen básicamente dos funciones:  en primer lugar, pueden  considerarse “trofeos”, el premio que se obtiene aparejado de una vida de excesos, derroches y caprichos muy caros. Estas mujeres deben cumplir con el estereotipo de ser voluptuosas, haber sido reinas de belleza, de faldas cortas y uñas largas. 

Ese estereotipo de las “buchonas” (nombre que reciben de modo popular las mujeres ligadas al narco), cumple también un papel aspiracional. Ser pareja de un narco poderoso, es la manera de salir de la pobreza y vivir una vida de lujos, moda, autos y accesorios costosos. 

Las parejas de los narcos están cerca del poder, pero rara vez lo ejercen. Exceptuando casos como el de Sandra Ávila (mejor conocida como “La reina del pacífico”) las mujeres viven a la sombra de las decisiones masculinas, siendo -en el mejor de los casos- elemento de ornato, que sin embargo no está por ello exento de control, manipulación o violencia.

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