Miles de kilómetros a pie, cansancio, sed, hambre, frío, lluvia, violencia y, sobre todo, incertidumbre, es lo que padecen durante el último mes miles de hombres, mujeres y niños hondureños, salvadoreños y guatemaltecos que tratan de escapar de una realidad infernal. El éxodo centroamericano en búsqueda de su sueño americano.
La polémica caravana migrante sigue en nuestro país, son miles los que están ingresando por la frontera sur con Guatemala y miles que ya llegaron a la frontera norte para intentar llegar a Estados Unidos.
Otras centenas se encuentran en el centro del país despertando todo tipo de reacciones, desde solidaridad ciudadana e institucional, hasta un rechazo y burla a las autoridades por ayudar a los migrantes centroamericanos y no a los connacionales en condiciones paupérrimas (la población de Chiapas, Nayarit y Oaxaca). Si ayudamos, mal; si no, también.
De la caravana migrante que ha llegado a la frontera norte hay más de 100 niños y niñas que viajan completamente solos e intentan entrar a Estados Unidos, nación que ha aclarado, reiterativamente, que no permitirá su ingreso bajo ninguna circunstancia.
¿Qué sucederá con estos menores?, ¿huyeron de una muerte segura en sus países de origen para formar parte de las miles de víctimas de trata de personas en México?, ¿o ser reclutados por el crimen organizado?, ¿habrá algún futuro mejor para ellos? La administración de Donald Trump ha desplegado cinco mil 600 elementos en las fronteras de California, Arizona y Texas para detener cualquier posible incursión, lo que convierte a la caravana migrante en un asunto nuestro. De ser el país “de paso”, podemos convertirnos en el país de estancia de estas miles de personas. ¿Qué vamos a hacer?, ¿instalar campos de refugiados?, ¿darles una oportunidad?
Estamos en un momento histórico en México, en el que nadie gobierna (un gobierno saliente que no asume compromisos nuevos y una administración entrante sin facultades para gobernar) y contamos con la oportunidad de dar un ejemplo de humanidad y respeto a los migrantes (mismo por lo que nos hemos rasgado las vestiduras con relación a nuestros migrantes en Estados Unidos) o replicar el modelo estadunidense y expulsarlos de regreso.
El éxodo de centroamericanos no va a detenerse y tampoco es un fenómeno nuevo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM), cada año ingresan 140 mil centroamericanos por nuestra porosa frontera. Investigaciones del PEW Research Center exhiben que 16% de la población de Honduras ya vive en Estados Unidos, 6% de la población de Guatemala, 10% de la población de El Salvador y más de 10% de la población mexicana. ¿Qué vamos a hacer si no somos capaces de detener nuestra propia migración?
POST SCRIPTUM
Y continúa la destrucción de nuestro pueblo hermano venezolano. La esquizofrenia de su líder vitalicio, Nicolás Maduro, ha llevado a la nación latinoamericana a la peor hiperinflación de la que se tenga conocimiento en nuestra región.
Todos los días, los productos aumentan entre 3 y 4%, una cifra que se refleja en más de un 200% mensual, ya ni tener dólares ayuda a los habitantes.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la economía venezolana experimentará una contracción de 15% en 2018 y 8% en 2019… mientras tanto, millones de ciudadanos continúan su éxodo para huir del despertar de su sueño bolivariano.
@kimarmengol
Source: Excelsior