Que los perros y los gatos no se llevan bien es una idea bastante anticuada. De una vez deberíamos dejar de pensarlo y darnos cuenta de que hoy estos animalitos conviven sin problemas, se vuelven amigos, comparten juegos y hasta forman extrañas y tiernas familias, como el caso de Myles, Willow y Winnie.
Myles y Willow son dos gatitos que hace algunos días lloraban en las calles de un vecindario en Carolina del Norte. No tenían nombre, ni casa, ni madre, y sobre eso, las lluvias estaban a punto de comenzar. Todo parecía perdido para estos dos hermanos.
Sin embargo, fueron encontrados por voluntarios de Juliet’s House Animal Rescue, quienes al ver a los bebés felinos no dudaron en llevarlos.
Una vez en el refugio, Myles y Willow necesitaban atención permanente: con sólo dos semanas de vida eran tan débiles que debían ser alimentados cada dos horas y tenían que tener personal cerca en caso de cualquier emergencia.
Al ver su delicado estado, Casaundra Maimone, voluntaria de Julie’ts House, quiso ayudarlos un poco más. Los llevó a su casa y decidió que les daría todos los cuidados necesarios. Lo que ella no sabía es que Winnie, su perrita, también querría ayudar.
De forma casi natural, Winnie comenzó a acercarse a los gatitos, ofreciéndoles calor y acurrucándose al lado de ellos para que se sintieran cómodos. Los pequeños no rechazaron su cariño y se recostaron en ella. Al poco tiempo, ya habían formado su propia familia.
En ese momento Casaundra los bautizó como Myles y Willow. Sólo basta mirarlos para saber que con Winnie, a pesar de sus diferencias, no les falta nada.
Y afuera finalmente comenzó la tormenta. Sin embargo, para cuando sucedió, los gatitos ya tenían un hogar, estaban más fuertes y los cuidaba una nueva mamá que los mantenía cálidos, acurrucados y amados.
Source: UPSOCL