“Soy parte de la resistencia dentro de la Administración Trump”.
Así se titula la columna anónima publicada por The New York Times y escrita por un alto funcionario del gobierno del presidente de Estados Unidos.
En ella, su autor afirma que junto a otros colegas “trabajan diligentemente desde adentro para frustrar partes de la agenda (de Trump) y sus peores inclinaciones”.
“La raíz del problema es la amoralidad del presidente”, escribe el funcionario, y añade que la “impulsividad” del mandatario deriva en “decisiones a medias, mal informadas y en ocasiones imprudentes”.
Trump, por su parte, reaccionó en Twitter a la columna, calificando a su autor de “cobarde” y al periódico de “falso”.
El artículo de opinión llega un día después de que se publicaran fragmentos de un libro del periodista Bob Woodward, en el que se sugiere que altos funcionarios de la Casa Blanca han estado involucrados en un “golpe de estado administrativo”para proteger a la nación de las acciones del presidente.
Estas acciones, según el libro, incluyen retirar documentos clave del escritorio del presidente antes de que pueda firmarlos.
Estas afirmaciones se presentan como un reconocimiento de primera mano de que el golpe es real.
El autor de la columna (no se sabe si es hombre o mujer) dice que está de acuerdo con muchos de los objetivos que persigue el gobierno de Trump, pero que esos objetivos se están logrando a pesar de y no gracias al presidente.
¿Qué dice el funcionario acerca de Trump?
La lista de críticas del funcionario resulta familiar para los opositores del presidente, tanto de izquierda como de derecha.
Entre ellas menciona reuniones desorganizadas, un comportamiento impetuoso y mezquino, incapacidad para apegarse a las decisiones, antipatía hacia la libertad de prensa e instintos “antidemocráticos”.
El autor describe una “presidencia de dos vías”, donde ciertas acciones del presidente, como su actitud conciliatoria hacia “autócratas y dictadores”, como Kim Jong-un y Vladimir Putin, son restringidas gracias a la intervención de “adultos en la habitación”.
Además, el autor dice que algunos miembros del gobierno han comentado la idea de invocar la Enmienda 25, una disposición constitucional que permite al vicepresidente y a la mayoría de los secretarios del gabinete votar para destituir a un presidente “incapaz de cumplir con los poderes y deberes de su cargo”.
Tal maniobra ha sido, hasta ahora, en gran parte, relegada a los márgenes del discurso político estadounidense y a los sueños febriles de los oponentes más acérrimos de Trump.
“Nadie querría precipitar una crisis constitucional”, escribe. “Así que haremos lo que podamos para dirigir a la administración en la dirección correcta hasta que, de una manera u otra, se acabe“.
¿Cómo respondió la Casa Blanca?
Ya se ha hablado de una fuerte presión dentro de la Casa Blanca para descubrir la identidad de las fuentes que Woodward utilizó para su libro, titulado “Miedo: Trump en la Casa Blanca”.
La columna de The New York Times seguramente arrojará combustible sobre un fuego que ya está ardiendo.
El presidente dijo que el artículo anónimo era “realmente una desgracia”, y la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, envió una respuesta oficial en tono severo.
“La persona detrás de esta pieza ha elegido engañar, en lugar de apoyar, al presidente legítimamente elegido de los Estados Unidos”, escribe. “No está poniendo al país primero, sino poniéndose a sí mismo y a su ego por encima de la voluntad del pueblo estadounidense”.
Tanto Sanders como Trump arremetieron contra The New York Times por publicar el artículo, y el presidente agregó que “todos estos falsos medios de comunicación estarán fuera del negocio” una vez que abandone la presidencia, ya que no les quedará nada sobre lo que escribir.
¿Quién es la fuente anónima?
Fuera del gobierno, el editorial desencadenará uno de los juegos favoritos de Washington: adivinar la identidad de un autor desconocido.
Desde que “Anonymous” escribió la novela Colores primarios, un relato de ficción apenas disimulado de la campaña presidencial de Bill Clinton en 1990, no ha habido un misterio como este.
Dado que gran parte del artículo se enfoca en la conducta de Trump en asuntos internacionales, las miradas podrían centrarse en el equipo de política exterior del presidente: el Departamento de Estado, el Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento de Defensa.
Seguramente también habrá llamadas para que este funcionario de la administración se revele a sí mismo.
Después de que aparecieran teorías en Twitter que especulaban con que el autor podría ser el vicepresidente Mike Pence, su portavoz lo negó este jueves.
“Nuestra oficina está por encima de estos actos de aficionados”, tuiteó Jarrod Agen.
“La crisis de nuestro tiempo es que las personas en posiciones de poder ven a un presidente que muestra ‘una preferencia por autócratas y dictadores’ e ‘impulsos antidemocráticos’, pero no se oponen públicamente a él y así permiten que continúe”, tuiteó el congresista de Virginia Don Beyer.
La realidad es que una confesión anónima que solo confirma los temores de los críticos de Trump no es una muestra de valentía. En todo caso, al ser publicada justo después de los extractos del libro de Woodward, la columna del Times es un doble golpe que difícilmente pasará inadvertido.