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El autobús iba casi vacío y ella no dio su asiento al hombre en silla de ruedas. Él debió bajarse

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El autobús iba casi vacío y ella no dio su asiento al hombre en silla de ruedas. Él debió bajarse

Dependiendo del lugar en el que estemos, el transporte público siempre tendrá ciertos espacios reservados pensados para personas con una movilidad más reducida: sobre todo, para aquellas que tengan alguna discapacidad, o sean parte de la tercera edad. Dependiendo, también, del país del que estemos hablando, estos asientos pueden ser “preferenciales” (cualquiera puede usarlos, pero deben cederse si alguien con esas características está de pie), o “exclusivos”: que están reservados, estrictamente, para esos sujetos.

Una mujer de Los Angeles, a pesar de conocer las reglas, decidió romperlas: un vídeo que ha sido difundido en distintos medios de comunicación, y se ha viralizado con velocidad, muestra a una mujer de edad relativamente avanzada sentada en un asiento del transporte público. En la ventana junto al asiento, un sticker reza: “Reservado para la tercera edad y personas con discapacidad”. No se sabe si la mujer es de la tercera edad, pero nadie le dice nada. Además, el bus estando prácticamente vacío, no hace que el espacio sea algo sobre lo que es necesario discutir. La dejan ahí y nadie le dice nada.

Eso, hasta que el autobús se detiene y un hombre en una silla de ruedas sube. Mientras hace las maniobras para entrar, espera que se desocupe el asiento para poder usarlo, pero la mujer no se mueve. Cuando la gente comienza a decirle que debe cambiarse del lugar en donde está, pues ese es para personas con discapacidad, ella se niega. Una y otra vez mueve la cabeza y repite que no piensa moverse de ahí. Poco a poco, comienza a llegar la indignación. Los pasajeros, primero incrédulos, no pueden concebir las posibles razones para que la mujer no esté dispuesta a moverse una fila más atrás (donde también habían dos asientos vacíos) para que la persona que necesite ese espacio lo utilice.

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Un montón de personas discuten con la mujer, el intercambio se acalora cuando el hombre en silla de ruedas comienza a notar la poca voluntad de la mujer, y decide bajarse del autobús. Algunos intentan disuadirla y se lo piden amablemente. En un momento, un hombre le dice “tómelo como un favor, podría moverse al asiento de ahí atrás”, pero ella se ve obstinada y decidida en el vídeo. No está dispuesta a dar su asiento. Otros pasajeros, más irritados y hartos, le aseguran a la mujer que el bus ya no se moverá por su culpa, al menos hasta que ceda su asiento. Algunos le gritan. Desde otra parte del autobús se oye la voz de un hombre diciendo: “Esto no es justo”; una mujer, casi al mismo tiempo, le grita “¿Qué tal si sacas tu culo del asiento? Lo que haces no está bien”.

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Ante todos los gritos, acusaciones y reprimendas de los otros pasajeros, la mujer solo repite “No me importa”.

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A pesar de su hostilidad, más de alguna persona le ofreció su asiento para que se cambiara, pero su respuesta tampoco cambió. Todo esto, mientras el hombre esperaba afuera sentado en su silla de ruedas. Las personas se referían al clima como un “calor abrasador” y que no estaban dispuestas a que el hombre tuviera que esperar otro autobús debido al egoísmo de una sola mujer.

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Desgraciadamente, ni los pasajeros ni el chofer supieron qué podían hacer con su terquedad. Agotados de intentar discutirle, y hasta después de amenazarle que el autobús no seguiría en movimiento si ella no cedía su asiento, el cansancio los venció, y no supieron qué hacer. El conductor del autobús, pesaroso, le dijo al hombre en silla de ruedas que: “Esta señora no planea moverse, así que tendrás que esperar el siguiente autobús”. El bus, entonces, comienza a moverse, las cámaras de algunos teléfonos celulares logran captar al hombre, que se queda en la vereda esperando a que el siguiente sí lo lleve.

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El autobús vuelve a moverse, y la mujer, impasible, mira por la ventana. Los pasajeros continúan comentando sobre el tema antes de que se corte la imagen.


Source: UPSOCL