Habitantes de Italia, India, Turquía, Vietnam y principalmente España, se encuentran en una larga cola de espera por donantes de órganos vitales, quienes ven una salida esperanzada en China. Solo necesita una visa con motivo de turismo para acceder al país asiático y conseguir en menos de 30 días lo que en su país les costaría meses de espera.
Esta práctica hoy en día aun es realidad, tras una década de legislaciones, protestas, estudios y esfuerzos conjuntos de doctores y especialistas en el área, el tráfico ilegal de órganos sigue siendo un negocio multimillonario. El trasplante de córnea puede costar hasta 25.000 euros mientras que órganos vitales como Riñón, pulmones, hígado y corazón oscilan entre 130.000 y 200.000 euros.
Víctimas del tráfico de órganos
Las víctimas principales son los practicantes de la secta religiosa Falun Gong, presos, personas muertas a causas naturales y denominados presos políticos, se le extraen los órganos, algunos incluso vivos, para preservarlos mejor y luego va al mercado negro
“Es importante que las personas que piensen ir a hacerse un trasplante en China sean plenamente conscientes de que existe la posibilidad de que su órgano donante provenga de alguien que haya sido ejecutado”, señaló el profesor Stephen Wigmore, responsable de ética de la Sociedad Británica de Trasplantes, en una entrevista a The Guardiam
¿El gobierno intentará detener el tráfico de órganos?
En 2015 China prohibió el comercio de órganos de los presos ante el implacable asedio de la comunidad internacional, pero aun así este es un negocio de dinero que involucra a muchos sectores. Se dan a conocer cifras oficiales por parte de las autoridades chinas, pero son número aislados ya que la etnia Falun Gong y las cárceles siguen siendo objetivo del genocidio. Aprobaron una legislación que favorece a los habitantes chinos como prioridad para trasplante.
En otras partes del globo terráqueo, esta medida resulta un crimen contra la humanidad. Israel, Taiwán y España hoy prohíben a sus ciudadanos el turismo de trasplantes.
El doctor Jacob Lavee, un miembro del comité de ética de la Sociedad de Trasplantes hasta su reciente congreso en Hong Kong y una figura importante en la reforma de las leyes de Israel, al The New York Times, “Soy un cirujano de trasplantes de corazón judío, el hijo de un sobreviviente del Holocausto, no puedo guardar silencio al encontrarme con un nuevo crimen contra la humanidad”, expresó.
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Source: El Ciudadano