Estar privado de libertad es una durísima realidad con la que nadie querría enfrentarse. Sabemos algo de como se siente por documentales, películas, libros o testimonios, pero enfrentarlo es incomparable. Estar desterrado del mundo, ver todo tras barrotes y al mismo tiempo vivir con miedo todo el tiempo. Peor aún es en las cárceles de Latinoamérica donde la superpoblación de prisioneros y las pésimas condiciones hacen del castigo algo casi inhumano en comparación con otras realidades.
Pero a veces proyectos como el de Josefina Palma, una estudiante de diseño chilena, y Puentes UC pueden ser una luz de esperanza para estas personas. Como parte de su proyecto de título ella creó Cárcel y Calle, un hermoso canal comunicación entre reos de Colina II, una cárcel de alta seguridad de Santiago, y el resto del mundo.
“La cárcel es un ambiente donde se encuentran miles de oportunidades para intervenir con el diseño y mejorar la calidad de vida de los internos para que el día de mañana logren una reinserción en la sociedad“.
-Josefina Palma a UPSOCL-
Su plan fue entregar 10 cámaras desechables a presos de este lugar para que tomen fotos y transmitan un mensaje a través de ellas. Luego estas imágenes fueron a una página de internet donde cualquier persona “de la calle” pudo responder con otras fotos y mensajes que luego se le hicieron llegar de vuelta a los presos.
Como dice el sitio web del proyecto, la idea es “aumentar la participación social de los internos disminuyendo así su índice de marginalidad social. Transformar su vida cotidiana en una obra de arte y valorizar así su calidad humana y artística. Todo esto en orden de una mejor reinserción social“.
Esta conversación hizo, y sigue haciendo, que los presos puedan ver una luz de esperanza y al mismo tiempo concientiza a las personas de afuera de cómo es la realidad de la cárcel.
Un ejemplo puede ser este mensaje escrito por Matías Espinola, un preso de 20 años: “Me gustaría que al despertar en las mañanas el paisaje fuera otro. Tu libertad no tiene precio”. Esta fue la foto que compartió:
Otros como Víctor Cárcamo de 28 años retratan las condiciones precarias de la cárcel:
“Este es mi baño, donde hago mis necesidades y lavo mi ropa paradito ahi, le saqué esta foto para mostrar la indignidad que se vive aquí dentro”.
Esta cruda imagen, por ejemplo, obtuvo una respuesta de una persona de afuera que mandó una foto de su baño junto a un mensaje de apoyo para este preso:
Y Víctor envío una respuesta:
El proyecto comenzó como un secreto, pues Josefina Palma ingresó una cámara desechable escondida a la prisión pero después de ver las increíbles fotos que sacaban los presos, se dio cuenta que tenía que hacerlo legalmente para poder levantar más material.
“Al principio me costó pero después con la asistente social logramos el permiso para entrar cámaras. En una etapa intentaron censurarme las fotos y prohibirme su publicación pero hoy el proyecto ya tiene permisos y es legal“.
Una vez que comenzó el proyecto Palma se dio cuenta que las fotos que iba revelando tenían un gran valor, no sólo por la realidad que mostraban, sino porque algunas tenían un gran valor artístico.
“Hay fotos increíbles. Fue impactante, la primera vez revelé las cámaras no podía creer las fotos que habían y más heavy aún fue cuando contaban por qué habían tomado la foto y escribían lo que significaban para ellos. Es bueno ver la cárcel desde sus ojos porque ven cosas distintas a lo que uno ve…”
“El camino se ve largo y estrecho pero estamos caminando paso a paso esperando que se abran las puertas para llegar a la libertad”.
“Ella es la alegria del dia a dia y la unica que no cobra por que le den cariño (sic)”.
Algo muy positivo de este proyecto es que ha generado una gran respuesta entre los presos. Según cuenta su creadora, se pelean por participar.
“El primer día se inscribieron como 50 pero lamentablemente por temas de dinero tuve que reducirlo a 15. Son muy motivados. Yo trabajo en el modulo 9, pero antes paso por el 7 y el 8 caminando y ellos me gritan que quieren cámaras, que tienen buenas ideas, que son buenos fotógrafos y me hacen señas sacando fotos”.
Además, los internos se sienten felices al ver su trabajo. Les motiva hacer algo que les haga ser más entendidos y aceptados por la sociedad:
“La mejor parte es cuando les entrego sus fotos y las ven, se mueren de felicidad… Les cambia la percepción de ellos mismos. Pasan de ser “criminales” a ser “artistas”, “fotógrafos” y se sienten más entendidos y aceptados por la sociedad que es clave para su reinserción… mientras más participación social tengan, menor es su índice de marginalidad por lo tanto más fácil su reinserción”.
Y también les trae una luz de esperanza en sus vidas porque tienen muy poco contacto con personas de afuera de la cárcel:
“Las respuestas les emocionan mucho porque tienen mínimo contacto con “la calle”… uno me dijo hace poco: ‘nunca pensé que me iban a responder‘. Cuando reciben las respuestas corren a mostrárselas a los que no participan y se creen importantes.
Las fotos que suben los internos además de contar historias y mostrar una realidad, reflejan los sentimientos, aspiraciones y sueños de quienes están privados de libertad.
“Yo trabajo mi cuerpo dia a dia y tengo armado mi gimnacio y corro por el módulo todos los dias asi estoy listo para defenderme aki dentro y cuando salga a la calle (sic)”.
“Siempre he soñado con viajar fuera de Chile. Por este pasillo nosotros podemos caminar una horita al día y yo le llamo mi viaje. Así es como viajo yo dentro de la cárcel. Me imagino que es un viaje diferente al que usted hace”.
“Yo quise mostrar mi bista desde mi celda tengo una vista privilegiada como la de una suit en un motel, por que se ven las montañas (sic)”.
El año que lleva Josefina Palma en su proyecto le ha cambiado su visión de la cárcel, además cuenta que todos los días sigue impactándose con lo que va descubriendo:
“La primera vez que entré tenía miedo por las personas con las que iba a trabajar, pensaba que iban a ser displicentes o indiferentes. Pero es impactante la cantidad de personas buenas que hay ahí dentro, que lo único que quieren es cambiar pero tienen pocas oportunidades y no saben cómo hacerlo”.
“Este es mi patio. Es lo que veo. Me gustaría tener un paisaje aquí uno se acuerdo de los paisajes bonitos en la libertad”.
Según ella la falta de educación es lo que genera que las personas vayan la cárcel y no una falta de bondad o algo por el estilo. Para ella es un círculo vicioso que se perpetúa con el tiempo. Por eso su proyecto busca acabar con los prejuicios que se tienen de los presos:
“La gente no es mala sino que está mal educada, la mayoría son hijos de presos y nunca tuvieron otra opción más que seguir los pasos de sus familiares. Me ha tocado varias veces ver a las familias de los presos entrando o saliendo de la “visita” y es impactante ver a los niños, casi todos tienen cuatro o más hijos, corriendo con naturalidad por un lugar como la cárcel…”.
Si te gustó el proyecto o te gustaría participar puedes ingresar al sitio oficial.
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Post y Contenido Original de : UPSOCL
Esta chica llevó diez cámaras desechables a una cárcel. El resultado ha mostrado una dura realidad
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