Las mascotas parecen ser cada vez más una parte importante de la familia. Hace algunos años, si teníamos un perro o un gato y queríamos vacaciones, dejábamos las llaves de la casa a alguien de confianza y le dábamos instrucciones para alimentar a nuestros animales en nuestra ausencia. Al final, esas personas ejercían una suerte de paternidad adoptiva durante un par de días, y nosotros podíamos olvidarnos del animal (quien también representaba, más que un goce y una cercanía, una obligación). Pero con el avance de la cultura de la tenencia responsable de animales, y los extendidos estudios que prueban la inteligencia y la sensibilidad de los animales domésticos, lo cierto es que nosotros, como dueños, también hemos comenzado a rendirnos ante ellos. Ahora realizar actividades lejos de su presencia parece algo bastante complicado. Incluso, a veces los llevamos con nosotros de vacaciones (y otros, algunos con ideas más descabelladas y más capacidad económica para despilfarrar, les buscan un hotel).
Si googleamos “hoteles para mascotas”, por ejemplo, lo primero que se asomará, antes que cualquier noticia, escándalo u opinión sobre el modelo de alojamiento, será una larga lista de posibilidades de dónde hospedar a nuestros animales, o dónde hospedarnos con ellos.
Esta clase de recintos suelen reunir una serie de características que los hacen especiales: primero, casi siempre piensan (o encuentran un público mayor) en perros y gatos. Allá, los animales se hospedan en lujosas habitaciones especialmente acondicionadas, o pequeñas cabañas de madera con una serie de elementos que los hagan sentir cómodos, como un jardín privado, césped artificial, o enormes parques de juego. Pero el bienestar a la hora de dormir y estirarse no lo es todo, estos hoteles también cuentan con peluquerías, spas, piscinas y boutiques (sí, boutiques. Allá, sus amos les compran de todo tipo de accesorios de las marcas más caras y variadas). Además, si su dueño emite la intención de que su mascota sea entrenada durante su ausencia, también hay pistas y escuelas dirigidas por experimentados entrenadores.
El problema de ser lampiño y delicioso
Pero como todos sabemos, no vivimos el respeto a los animales de manera transversal. Si pudiésemos armar una escala fundada en la consideración que tenemos por todas las especies, definitivamente las que la industria agropecuaria se preocupa de alimentar y faenar en masa serían la base de la pirámide.
Durante los últimos años, una larga lista de agrupaciones y movimientos animalistas, se han preocupado por otorgar a las especies menos tiernas y más preferidas para el consumo humano más dignidad. Ya sea desde la posibilidad de dejar de ser producidos por la industria para el consumo humano, o intentar, al menos, darles mejores condiciones de vida antes de su faena.
Hace apenas algunas semanas, un cazanoticias alertaba al mundo sobre el traslado de las ovejas desde Australia a Medio Oriente. Ellas, ahogadas por el amoniaco de sus orinas y sus heces, morían asfixiadas antes antes de terminar los largos viajes en barco que las llevarían a ser cortadas en filetes listos para llegar a las bocas hambrientas.
Desgraciadamente, con cerdos y vacas ha sido igual en muchas partes del mundo. Las malas condiciones en las que estos animales son criados (unas de demasiado descuido, con alimentos ineficientes en cuanto a su calidad alimentaria y pocas políticas sanitarias), y los lugares cerrados en los que deben desenvolverse sus breves vidas, ayudan a la propagación de enfermedades y muchas veces empujan a los sacrificios masivos.
Si la carne está contaminada, para la industria no tiene sentido que los animales sigan viviendo.
“Hoteles de lujo” para cerdos
Justamente buscando una solución para este “problema” (uno autoimpuesto por el poco criterio de producción de misma industria que ahora quiere resolverlo) es que hay un tipo bastante particular de “hoteles” que se ha estado popularizando en China.
Son enormes, tecnológicos y sobrios. En estos largos edificios, que en realidad tienen bastante poco de lujo, los cerdos tienen algo más de espacio que en los mataderos sencillos de las provincias latinoamericanas. Están mayoritariamente concentrados en Guangxi, una región ubicada en el sur de China. El modelo pertenece a una empresa privada, que ya tiene dos edificios que llegan hasta los 7 pisos, y ahora están en medio de la construcción de otros que llegarán hasta los 13. Cada piso alberga cerca de mil cerdos.
A pesar de cobijar a una cantidad importante de cerdos, y otorgarles el nombre de “hotel de lujo”, la intención aquí es bastante clara: crear granjas artificiales de alta tecnología que se alzan por varios pisos para poder producir con más facilidad e higiene. En ellas, los animales se desplazan en ascensor, son engordados y limpiados.
Al consultar a la empresa por la posibilidad de contaminación y los sacrificios masivos (reunir a cerca de 10.000 cerdos por edificio dispara a la cantidad de potenciales afectados frente a una crisis sanitaria), se aseguró que las condiciones en las que viven son completamente saludables. Los cerdos se separan por piso según su edad: los más pequeños están en los pisos superiores y, conforme van creciendo, también comienzan a bajar. Así, según ellos, al no estar mezclados, se dificulta bastante la propagación de virus hacia aquellos en sus edades más indefensas y con sus sistemas inmunológicos menos desarrollados. Además, los edificios cuentan con un sistema de climatización especial. Gracias a él, el aire evita ser mezclado y eso podría reducir la transmisión de virus que aporten a la mortalidad porcina.
Parece ser que al fin este modelo, uno que presume “eficiencia” a base de la mejora de la producción en lugar del bienestar animal, halla un lugar donde es aceptado. Antes de llegar a Guangxi, la tendencia intentó ser impuesta en Europa, pero fue abandonada por la resistencia de los consumidores, quienes no estuvieron dispuestos a comprar carne de mataderos tan sospechosamente eficientes y masivos.
Source: UPSOCL