Para nadie es secreto que Mohamed Salah es un jugador diferente al resto. Libre de tatuajes, peinados extravagantes y poses engreídas, el egipcio de religión musulmana sólo se preocupa de correr hasta el último minuto, pelear todas las pelotas y pegarle lo más fuerte que pueda. Pero a Salah no sólo le importa el fútbol.
El futbolista del Liverpool ha sabido también, quizás empujado por sus creencias, devolver todo lo que el deporte le ha entregado, a su tierra. A su Egipto.
No le bastó con llevarlos a su segundo Mundial en la historia -tras 28 años de ausencia-, si no que también ha demostrado tener su corazón en la patria que le vio crecer y patear sus primeros balones. Y no sólo se trata de donar grandes sumas de dinero, como es lo usual entre sus compañeros de profesión, si no que de verdad querer ayudar a su gente. Algo que quedó claro en la historia que contó durante una entrevista para The Daily Mail.
Mientras se encontraba en Alejandría para disputar el vital encuentro ante el Congo, el cual finalizó con un 2-1 gracias a su gol en el último minuto, la casa de su familia sufrió un robo. Unos días después atraparon al delincuente y, a diferencia de lo que haría cualquiera, Mohamed le pidió a su padre que no presentara cargos.
No contento con ello, Salah le dio dinero y lo ayudó a buscar un trabajo, con el fin de que el sujeto pudiera rehacer su vida y reinsertarse en la sociedad. “Todos tienen derecho a mejorar su vida”, es la creencia de Mohamed.
Tal como él, que desde la pobre localidad de Nagrig, en Basyoun, logró hacerse un nombre en el fútbol y hoy es el máximo goleador de Europa y de la Premier, y está en semifinales del torneo más importante del continente.
Aún así, Salah no olvida a su tierra. Constantemente, y sin hacer mucho ruido, el delantero realiza donaciones a los hospitales, escuelas, centros de rehabilitación y hasta mezquitas en su querida Nagrig. Fundó una institución de caridad para las personas que viven en extrema pobreza en su región, Basyoun, y hasta el colegio donde estudió lleva su nombre. Como si fueran pocas las cosas que ha hecho por su país, Mo ha donado más de 500 mil euros a un hospital que trata el cáncer infantil, una de sus prioridades a la hora de ayudar.
De hecho, tras la heróica clasificación al Mundial de Rusia, Mamdouh Abbas, un empresario egipcio y ex presidente del club Zamalek, le ofreció una villa en recompensa por su cometido. Y en otra muestra de su grandeza, Salah rechazó el regalo y le pidió que en vez se hiciera una donación a Nagrig. Y así fue.
Con todo lo que ha entregado, el “10” aún quiere hacer una buena campaña en Rusia y dejar a su patria en lo más alto, al tiempo que la representa con orgullo luciéndose en el más alto nivel del fútbol internacional.
No por nada le dicen el Rey de Egipto.
Source: UPSOCL