Vida y Política | Opinión
Margarita Zavala es la única mujer en la contienda electoral para las elecciones presidenciales en México este año 2018.
Cuando Margarita Zavala decidió abandonar las filas del Partido Acción Nacional del cuál era militante distinguida, no tanto por su habilidad política sino mas bien por ser la esposa del último presidente mexicano emanado de ese mismo partido, Felipe Calderón, no creímos que fuera posible que este matrimonio tuviera intenciones reales de volver nuevamente a Los Pinos.
Parece que seis años de servicio a la Nación desde Los Pinos lujos y privilegios no fueron suficientes para que los Calderon aprendieran que en las democracias verdaderas el poder no recae en manos de los familiares, aunque los Del Mazo y los de Atlacomulco, que son lo mismo, sean inmunes a este principio ético.
Pero vaya que nos equivocábamos, pues será precisamente el próximo viernes cuando la ex Primera Dama de México inicie formalmente su candidatura en punto de la medianoche en el Angel de la Independencia, recinto histórico de la Ciudad que eligió para comenzar su campaña presidencial.
Quizá de no haber sido la actual esposa del ex presidente mexicano, la figura de Margarita Zavala en la boleta electoral de este año hubiera significado algo, al menos, simbólicamente, el empoderamiento de la mujer y la demostración de que en la sociedad mexicana existen avances que apuntan a que hay posibilidades reales de éxito para que una mujer, la primera, tome cargo de la presidencia de la Republica. Me inclino porque fuera así, hombres y mujeres somos diferentes porque nuestros cerebros son diferentes, vemos y entendemos las cosas de diferente manera por nuestros cerebros*, por lo que la mente de una mujer a la cabeza del poder ejecutivo no solo es alternancia también en el sentido mas estricto, sino una nueva forma de hacer política desde la oficina mas importante del país. Pero Zavala ya tuvo seis años los reflectores como Primera Dama de Mexico y la verdad es que no brillo en ningún ámbito politico ni social.
EXPERIENCIA PROBADA
No creemos que sea tiempo de probar algo que ya tuvo su oportunidad de brillar y no lo hizo, no en casos como este, en el que se requiere mas que nunca y como siempre, de un o una líder que impulse un cambio verdadero desde las posibilidades y la responsabilidad que al Estado mismo le conciernen. No es poca cosa.
Así que no, no voy con Margarita.
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