“Algunas morras se sorprenden. Si no les gusta lo siento, ellas se pierden el fuego de mis besos”.
Guadalupe dice que tragar fuego y beber diesel provoca que durante las mañanas tosa como “un troque viejo”. También que escupa flemas negras que desprenden humo blanco cuando se estrellan contra el piso.
Nació en el Valle del Yaqui y vive en la ciudad de Hermosillo, Sonora ―a 300 kilómetros de la frontera con Arizona―. A los 14 años, Guadalupe vio truncado su sueño de trabajar como jardinero en suelo estadounidense al ser detenido y deportado por la patrulla fronteriza. Posteriormente el tren laboral mexicano lo paseo por los clásicos oficios lumpen-ocasionales: pepenador de basura, barre banquetas, obrero de maquiladora, malabarista, recolector agrícola, limpiaparabrisas y lustrador de calzado. Cada uno le mostró el infortunio y el desamparo. Hasta que una tarde, en medio de un caluroso desierto que en verano alcanza los 50 grados centígrados, vio la flama de la oportunidad bajo un semáforo en rojo.
Para conocer los senderos de quien domestica el fuego dentro de sus fauces abordamos a Guadalupe, mientras recargaba combustible en una gasolinera para iniciar su espectáculo, y le hicimos algunas preguntas.
VICE: Trabajar en un semáforo es peligroso y tú, aparte, lo haces tragando fuego, ¿por qué te iniciaste en esto?
Guadalupe: Mi hermano había trabajado en un circo y sabía cómo hacerlo. A veces lo acompañaba a los semáforos y miraba como él y otros batos del barrio lo hacían. Como no terminé la secundaria y me daban trabajos muy mal pagados y cansados, una tarde le dije a mi hermano que me ayudara. Me prendió la antorcha, le di un trago a un bote con diesel y lo escupí; se hizo el fuego frente a los autos. Desde ese día no he parado de hacerlo.
He sentido dolor al quemarme un dedo mientras cocino, así que me siento ridículo al tratar de imaginar cómo sería quemarme el rostro. ¿Cuáles son los dolores propios de tu trabajo?
Mi trabajo se divide en dos. Cuando “escupo fuego”, que es cuando trago diesel y lo briseo a una antorcha encendida para que se haga la lumbre. Ahí siento que me encajan agujas en mi espalda al rojo vivo, y durante el día tengo agruras y dolor de estómago. “Tragar fuego” es distinto, también se hace con una antorcha encendida con gasolina, pero aquí de lo que se trata es de tragarme la antorcha para que se apague mientras la voy metiendo en mi boca. Es una ilusión, física pura: si no hay oxígeno no hay lumbre. En ese acto lo que me duele es la boca. El alambre de la antorcha se calienta y me quema los labios, por eso siempre los tengo marcados.
¿Es más peligroso escupir fuego que tragarlo?
Sí, cuando escupo fuego le tomo al diesel, pero el problema es que por más que trate de mantenerlo en mi boca siempre se me va un poquito al estómago. Es apenas un hilito, pero diariamente durante 13 años, así que imagínate cómo tengo la panza por dentro. Otro peligro es que escupo combustible pero se me puede desparramar en los cachetes y se me incendian con los trocitos de algodón que se van arrancando de la antorcha. Ya he tenido quemaduras de primero y segundo grado en la cara.
Tragar fuego ―por su parte― es un acto más de ilusión. Meto la antorcha en mi boca y conforme va entrando se va extinguiendo el fuego porque se va acabando el oxígeno; haciendo esto nomás se me queman los vellos de las fosas nasales, el paladar y la lengua al inhalar el fuego. También me puede dar cáncer en la boca, pero eso casi no pasa.
El diesel y la gasolina son para hacer funcionar locomotoras y automóviles. ¿De qué se enferman los tragafuego al beber estos combustibles?
Las enfermedades son algo de cada rato. Se te pudre la boca, la lengua. Te enfermas de los bronquios, te salen infecciones y llagas en la garganta. Te da cáncer de hígado, de pulmones y de estómago. Por eso diariamente tomo dos litros de leche de vaca. La leche encapsula la gasolina y el diesel, es como mi sal de uvas.
¿Crees que vas a morir de cáncer?
No creo. En este trabajo se mueren los que fuman ice ―metanfetamina―, los que inhalan solventes y Resistol 5000. ¿Por qué? Pues porque como se drogan mucho necesitan dinero y para eso hay que escupir y tragar fuego muchas veces durante el día, la tarde, la noche. Durante cinco años estuve enganchado de la heroína, pero ya la dejé hace unos meses. Todos los días en cuanto me levantaba me fletaba ―inyectaba― y las 24 horas del día las pasaba tragando y escupiendo fuego. Dos morros a los que les enseñé se murieron de cáncer de estómago; también eran adictos a la heroína.
¿Qué precauciones tomas para no ser atropellado por el tráfico vehicular mientras tragas y escupes fuego?
Antes de pararme en un semáforo le pido a Dios que me cuide, y que pase lo que tenga que pasar. Después de encomendarme, si no conozco los tiempos de duración de los semáforos donde me coloco, agarro mi celular y voy contando los segundos con el cronómetro para no apendejarme y que me atropellen. Lo importante es no tener miedo porque si lo tienes te quemas o te pasa un camión por encima. Mi hermano el que me enseñó murió atropellado por una camioneta que repartía ladrillos. Ese día yo no lo acompañé.
¿Has estado presente cuando a un compañero se le quema el rostro?
Me tocó ver que se le prendiera la cara a un pandillero que le dicen el Lacra, del barrio PVI; ahora tiene la mitad del rostro quemado. Se enredó con la novia de un bato y las cosas salieron mal. Estábamos en un semáforo y el bato ofendido le cambió el diesel de su bote por gasolina. Cuando el Lacra escupió la antorcha se le prendió el rostro y quedó tirado en la banqueta; tuvo que llegar la ambulancia. Después me contó que cuando se le prendió la cara sentía como si lo hubieran metido en una tina llena de aceite hirviendo para freír papas. Es que la gasolina se volatiza ―evapora― muy rápido y es más probable que si te quedan algunas gotas en la cara cuando la escupes cualquier chispa de la antorcha te incendie; por eso para ese acto de preferencia usamos diesel, es menos volátil y peligroso, pero más impactante y abrumador su fuego. Lo que todavía no entiendo es cómo no se dio cuenta de que había tomado gasolina en lugar de diesel, el sabor es diferente. Ni modo, se apendejó.
¿Se te complican las relaciones sentimentales al estar constantemente despidiendo un aroma a diesel y gasolina?
Algunas morras se sorprenden, otras se asustan y a otras les da vergüenza lo que hago para vivir. Siempre les digo que nunca dejaré de hacer este trabajo. Si no les gusta lo siento, ellas se pierden el fuego de mis besos. Una vez una mujer me pidió que me lavara la boca o masticara chicle para poder besarme porque decía que olía mucho a gasolina. Por eso trato de lavarme los dientes todos los días. La verdad es que mi ropa, mi cuarto y yo siempre estamos penetrados por un olor a combustible. En el pecho se me hace una costra de diesel que parece mugre; por eso a veces debo bañarme a diario.
¿Cuál es la parte positiva que hace que te mantengas en este oficio?
No tengo un horario y eso me gusta porque tengo la libertad de hacer lo que quiera, de andar aquí o por donde sea. Un día en un semáforo mientras tragaba fuego me encontré a un amigo de la primaria. Andaba manejando su ranfla ―auto― y le dio tanto gusto verme que me invito a comer y luego me llevó a su casa a conocer a su familia. Lo positivo también es que me da la oportunidad de conocer a muchas personas. Por ejemplo, me hice amigo de la muchacha despachadora de la gasolinera que está en la esquina y gracias a eso me vende gasolina y diesel en envases de plástico. Las gasolineras tienen prohibido vender si no es en galones especiales, pero como me hice su amigo me ayuda, con el riesgo de que la despidan.
Lo negativo es que con los años, como si fuera prostituta, me hago más viejo y los automovilistas me dan menos dinero. Cuando eres adolescente les das lástima, pero a los 27 años, que son los que tengo, ya no conmueves a nadie, ya te ignoran. Antes ganaba hasta mil pesos diarios durante nueve horas al día; ahora a veces no llego ni a los 500 pesos por el mismo tiempo.
Se dice que nuestras experiencias cotidianas son el origen de nuestros sueños, ¿cuáles son los tuyos relacionados a tu trabajo?
Sueño que se me incendia la cabeza y los automovilistas me ven pero no hacen nada. También sueño que yo soy uno de los automovilistas y que puedo verme quemándome, como si fuera otro yo. Los psicólogos que me han atendido cuando estoy en desintoxicación de heroína se ríen de mí cuando les platico mi sueño; dicen que es normal.
Publicado originalmente en VICE.com
Source: Infobae