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Tropas de EEUU: después de Brasil, vuelven a la Argentina

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Tropas de EEUU: después de Brasil, vuelven a la Argentina

El 7 de septiembre pasado, el Senado dio media sanción al proyecto enviado por el Ministerio de Defensa (a propuesta de la Armada) de permitir el ingreso de tropas estadounidenses al territorio nacional para llevar adelante un ejercicio combinado denominado ‘Cormorán’, que involucra la entrada al mar y a la Patagonia argentina de aeronaves y buques del Pentágono. Sin embargo, la Cámara de Diputados aplazó a principios de noviembre una decisión que sería definitiva.

El encargado de negocios de EEUU en Buenos Aires, Thomas Cooney, admitió que “estamos reiniciando una serie de actividades de cooperación militar”, en referencia a las participación de 30 militares estadounidenses a fines de octubre en un ejercicio junto a la Armada argentina. Desde 2009, no se registraba la presencia de topas de EEUU. “Es una muestra de que estamos regresando a una relación normal”, dijo Cooney al diario Clarín.

Sin embargo, se negó a ofrecer detalles sobre las relaciones bilaterales en materia de seguridad porque, en su opinión, “algunos periodistas se están confundiendo”. En efecto, existe amplia sensibilidad en Argentina hacia la participación de militares en tareas de seguridad interior, luego de la última dictadura militar (1976-1983).

Un día antes de que los diputados debatieran el pedido de ingreso de tropas de EEUU, el 8 de noviembre, la página latinta.com publicó los dos textos que están en cuestión. De ellos surge que se trata, nada menos, de 22 ejercicios militares en 12 meses y que varios sucederán en la sureña provincia de Chubut, que recientemente fue escenario de un escándalo nacional por la desaparición del joven Santiago Maldonadoencontrado sin vida dos meses después, en el marco de la represión al pueblo mapuche.

Los ejercicios están contemplados en el ‘Programa de Ejercitaciones Combinadas’ a realizarse desde el 1 de septiembre de 2017 al 31 de agosto de 2018, siendo el primero el ‘Cormorán’, en la Base Aeronaval Almirante Zar (Trelew, Chubut), Base Aeronaval Comandante Espora (Bahía Blanca, Buenos Aires) y en la ‘Zona Económica Exclusiva de la República Argentina’.

Una de las críticas más sólidas es que el Poder Ejecutivo no especifica las hipótesis de conflicto sino que las camufla detrás del concepto de “nuevas amenazas”, en línea con la política del Pentágono. Bajo esa vaga definición, aparece una diversidad de cuestiones como “narcotráfico, terrorismo, piratería, tráfico de personas, pesca ilegal”, así como la “ayuda humanitaria”, con las que justifican la intervención militar.

Según el diputado Guillermo Carmona, vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, con estas iniciativas “el Gobierno promueve la realización de ejercicios militares que perfilan la incursión de las fuerzas armadas en el campo de la seguridad interior”.

Es posible una mirada más general para observar lo que está sucediendo en Argentina y en la región, respecto a las relaciones entre Sudamérica y los EEUU.

La primera es que EEUU está avanzando de forma contundente, en especial en la cuestión militar. A los ejercicios Amazonlog17, realizados en la frontera Brasil-Colombia-Perú, se deben sumar los recientes Teamwork South 2017, realizados en Chile del 30 de junio al 12 de julio, entre Talcahuano y Coquimbo, con amplia participación de buques de guerra del Pentágono.

El giro conservador que resulta evidente en países como Brasil y Argentina, dibuja una coyuntura propicia para el avance de los planes de Washington, que se siente especialmente fuerte en el terreno militar. Su objetivo no es otro que poner freno a la presencia de China en materia económica y de Rusia en el terreno militar.

La República Bolivariana de Venezuela y la Federación de Rusia firmaron el 7 de noviembre un acuerdo para facilitar las visitas recíprocas de naves de guerra. La estrecha colaboración de varios países sudamericanos y del Caribe con las Fuerzas Armadas de Rusia es motivo de honda preocupación en el Pentágono, que siente cómo la alianza China-Rusia puede desplazarla de la región donde primero asentó su dominación.

La segunda cuestión es que no se trata sólo de ejercicios militares, sino de una creciente cooperación que incluye la venta de armas y de los más diversos equipamientos. Argentina compró un lote de 12 aviones de combate a los EEUU para modernizar su Fuerza Aérea, cuando tenía otras opciones incluso en la región.

La tercera es que la actitud de países como Argentina, al estrechar relaciones con Washington, tiende a dañar las relaciones con sus vecinos. Al no definir de forma precisa las hipótesis de conflicto, se produce “un retroceso en la construcción de la mutua confianza regional que había establecido Argentina con sus pares limítrofes”. Al parecer, desde Uruguay se ha interpretado como “omisión maliciosa” del Gobierno argentino la “verdadera hipótesis de empleo de algunos ejercicios militares”.

La política exterior de Washington y del Pentágono no sólo busca avanzar sobre ciertos países que considera decisivos para mantener la hegemonía regional. Busca también generar tensiones entre vecinos, en particular con aquellos que no se han alineado totalmente con su política. Una forma de enfrentar a los países de la región para facilitar la aplicación de sus planes.

El empuje neoconservador que observamos en Sudamérica desde 2014 está en su apogeo. En las elecciones chilenas del 19 de noviembre, la derecha empresarial puede retornar al Gobierno, a través del expresidente Sebastián Piñera. Sin embargo, como todas las ofensivas, ésta tenderá a enlentecerse y luego será revertida, por las resistencias internas e internacionales. Ojalá no sea demasiado tarde para impedir el desmantelamiento de los cambios operados en la década progresista.

Por Raúl Zibechi

Publicado originalmente el 20 de noviembre de 2017 en Sputnik.

Source: El Ciudadano