Por décadas, el rechazo de Arabia Saudita a la existencia del Estado de Israel fue una constante que parecía destinada a perdurar por siempre. En su calidad de corazón del Islam y de cuna y sede de los lugares más sagrados de esa fe, encabezó al mundo musulmán de 57 naciones y de más de mil millones de habitantes en la negativa a aceptar la presencia de un Estado no musulmán en el corazón mismo de Oriente Medio.
Además, su riqueza petrolera y su ubicación geoestratégica reforzaron más aún el liderazgo del Reino Saudita en el entorno regional, y por ende, en la postura común de rechazo que el mundo árabe asumió respecto a Israel desde su nacimiento.
Cabe recordar, ahora que se cumplen cuarenta años del histórico viaje que el presidente egipcio Sadat realizó a Jerusalén a fin de iniciar un diálogo para llegar a la paz con Israel, que en aquel entonces la monarquía saudita encabezó a la Liga Árabe en su determinación de expulsar a Egipto de su seno, como sanción por haber dado un paso que rompía con un tabú tan firmemente consolidado.
Hoy las cosas parecen estar cambiando, según se desprende de algunos sorprendentes acontecimientos registrados recientemente. La pugna por el liderazgo regional entre el sunismo y el chiismo, representada por la confrontación que protagonizan Arabia Saudita e Irán, está alterando los esquemas de alianzas conocidos. Y en la medida en que la monarquía saudita tiene en este tema una afinidad con Israel, las posibles sendas de cooperación entre ambos han empezado a salir a la luz.
Mucho se ha comentado en estas semanas la figura del príncipe heredero saudita, Mohamed bin Salmán, debido a las decisiones radicales que ha tomado al emprender una purga de proporciones inéditas entre funcionarios y miembros de la casa real. Sus intenciones de transformar estructuras ya caducas de su país parecen incluir también una revisión de la relación con Israel, en función de la utilidad que le podría redituar. Es así como un importante medio electrónico de noticias saudita, denominado Elaph, y cuyo dueño, Othman Al Omeir, es un periodista saudita renombrado que sirvió en un medio periodístico propiedad de la monarquía y fue además, compañero de estudios de uno de los hijos del rey, acordó la celebración de una entrevista con el jefe del Estado Mayor israelí, el general Gadi Eizenkot. El periodista encargado de hacerla fue un druso saudita de nombre Majdi Halabi. La entrevista fue publicada en Elaph, causando revuelo al ser la primera vez que un medio, propiedad del reino, públicamente se encuentra con un oficial israelí de tan alto grado. En ella se trataron temas cruciales respecto a Irán, Hezbolá, Siria y el entorno regional, con alusiones frecuentes a la posibilidad de compartir información de los servicios de inteligencia y cooperar en asuntos de la incumbencia de ambos. Un funcionario israelí comentó al respecto que “las decisiones que está haciendo el príncipe heredero habrían sido consideradas una locura tan sólo hace un par de años… ya que está lanzando a la diplomacia saudita a esferas enteramente nuevas… por lo que será interesante ver cómo termina todo esto.”
Si bien no hay posibilidad cercana de establecimiento de relaciones diplomáticas plenas en la medida en que el Reino lo condiciona a que haya un avance sustancial en la solución al conflicto con los palestinos, se ha dado luz verde para que empiecen a tenderse lazos entre Riad y Jerusalén en áreas específicas. Y ello significará sin duda que el mapa de las alianzas regionales se encamina hacia un futuro muy distinto del conocido durante décadas.
Por ahora, parece ser que ni los mismos protagonistas de esta historia saben bien a bien a dónde conducirá, pero es claro que el statu quo por tanto tiempo vigente está llegando a su fin.
Source: Excelsior