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viernes, septiembre 20, 2024

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El terrible caso de la niña que fue congelada y podría vivir por siempre

Matheryn Naovaratpong tenía tan solo dos años y dos meses cuando no despertó más; esta historia comenzó el 19 de abril de 2014, la pequeña fue llevada de emergencia a un hospital en Bangkok, donde los doctores descubrieron que tenía un tumor de 11 centímetros en el hemisferio izquierdo de su cerebro. Matheryn tenía ependimoblastoma, una extraña forma de cáncer que afecta a los más jóvenes, lo malo es que la pequeña se encontraba en coma.

En una primera intervención, los doctores lograron extraer el tumor e hicieron un orificio en el cráneo de la niña para aliviar la presión. Cuando terminó el procedimiento le dijeron a los padres, los cuales son cientificos con doctorado, que ella probablemente nunca despertaría y de hacerlo viviría con un cáncer incurable.

“Pero en una semana”, me dijo el Dr. Sahatorn Naovaratpong por email, “Einz despertó y recuperó el conocimiento, respondió a la estimulación y sorprendió a todos. Einz representa el valor de la vida”. Sahatorn es el padre de Matheryn (hablamos vía email a través de su hermana Dararat, quien tradujo los mensajes).

Esto inspiró a la familia a intentar un tratamiento. “Decidimos luchar contra el cáncer” me dijo Sahatorn. “Puede que no lo venzamos, pero su vida puede servir para dar un paso más allá y que la humanidad le gane al cáncer en el futuro”.

En los siguientes años, la pequeña recibió 12 cirugías en el cerebro, 20 tratamientos de quimioterápia y 20 sesiones de radioterapia. Einz, como le dice su familia de cariño, perdió 80% del lado izquierdo del cerebro, paralizando el lado derecho de su cuerpo. Sus padres relataron que por momentos vivieron momentos de dolor pero en otros de gran esperanza:

“Nos dimos cuenta del poder de lucha por la vida al mirar sus hermosos ojos redondos” dijo. “Finalmente Einz fue capaz de ponerse de pie nuevamente y pudo ver con ambos ojos, como si le hubiera ganado al cáncer cerebral. Quería que volviera a la niñez normal, incluso sólo con la parte derecha del cerebro”.

Recuperó la visión, la habilidad de pararse y, con terapia, comenzó a mover algunas partes del lado derecho de su cuerpo. Ella vivió más que otros pacientes con el mismo tratamiento, de acuerdo a Sahatorn. Muchas víctimas de ependimoblastoma mueren antes de cumplir dos años.

La familia Naovaratpong comenzó a hacer difusión en redes sociales para crear conciencia sobre el cáncer en niños y comenzó una fundación de investigación genética del cáncer. “Dejemos que Einz sea la primera en guiarnos” fue su lema, me dijo Sahatorn.

Pero en noviembre del 2014 el cáncer se propagó por el cerebro de Matheryn y acabó paralizando su cara y músculos.

“Nos dimos cuenta que era el final”, me dijo Sahatorn. “Debíamos preparamos para decir adiós”. El 8 de enero del 2015, Matheryn fue dada de alta del hospital. Estaba completamente consciente.

“Entre la familia y otros parientes jugamos con ella y la celebramos antes de liberarla del sistema de soporte vital, sacamos ese peso de sus hombros a las 18:18” me dijo Sahatorn. Las “células de cáncer y otras células de su cuerpo han sido guardadas para estudios posteriores”.

“Su cuerpo está criopreservado en Arizona, esperando las nuevas tecnologías”, me dijo.

Este año Matheryn Naovaratpong se transformó en la persona más joven en ser criónicamente congelada y preservada para una futura resucitación.

“Antes de ella la más joven que preservamos era una mujer de 21 años”, me dijo Aaron Drake, el director de respuesta médica en la fundación Alcor Life Extension. “El rango es hasta los 102 años, esa es la edad de la persona más anciana que hemos preservado”.

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